jueves, 14 de agosto de 2014

Abuelas que recuperan nietos; nietas que buscan abuelos

"Se cumplió aquello que decíamos las Abuelas de Plaza de Mayo: ellos [los nietos] nos van a buscar, como nosotras los seguimos buscando'". Esta frase la pronunció Estela de Carlotto, presidenta de esa organización, cuando encontró este martes a su nieto Guido, robado en 1978 por los militares de la última dictadura argentina (1976-1983).

Inés García Holgado y Adriana Fernández, en Argentina. A. DELICADO


 Al escuchar aquellas palabras, dos mujeres se sintieron reivindicadas en su propia historia. Una de ellas busca la historia de su abuelo español desde hace 15 años. La otra encontró al suyo en una fosa común. Las dos son querellantes originales de la causa que se impulsa desde Buenos Aires contra los crímenes del franquismo. Nietas de republicanos, ambas han investigado sobre la muerte de sus abuelos. Quieren recuperar su memoria.

"En el caso de España, son los nietos los que buscan a sus abuelos", afirma a Público Inés García Holgado, de 50 años. "Yo sé dónde está enterrado el mío, pero estoy rastreando su historia a través de expedientes familiares, pericias y documentos. Investigo su caída desde un séptimo piso. Presuponemos que, por la costumbre de la época, a mucha gente la mataban así".

"En España han sido demasiados años de impunidad", denuncian Vicente García Holgado, que cuando falleció tenía la edad de la nieta que ahora lo busca, era telegrafista cuando en 1946 fue a conversar de asuntos gremiales a la Dirección de Pesca de San Sebastián. Cayó desde aquel edificio.  "Yo quiero saber más sobre esa historia", reclama Inés. "Mi abuelo intentaba ayudar a los pescadores del Puerto Pasajes para que no se afiliaran al Sindicato Vertical, que era franquista. Encontré un expediente que finaliza con un dicho un tanto raro, porque da por concluida la investigación en base a un oficio con un número. Así que sé que existe un documento que indagó su muerte, pero no lo hemos encontrado todavía".

Su abuela, al mismo tiempo, le contó que una vez falleció su marido, sustituyeron a todos los empleados del lugar. "Quizás lo hicieron para que no hubiera testigos localizables", presume la querellante. "Ella también reveló que el día que murió tenían planeado ir al teatro, y que mi abuelo tenía las entradas en el bolsillo".


La historia de Guido Carlotto (Ignacio Hurban hasta este martes, en la foto, junto a su abuela) también ha movilizado al padre de Inés, reacio por ahora a salir en la prensa. "Pero desde que Estela encontró a su nieto, tiene más esperanzas de encontrar a su hermano, también desaparecido", añade Inés. "Mi padre acaba de dar una muestra de ADN a un banco de datos de Barcelona para poder identificarlo. Espera que alguna vez lo encuentren en una fosa".

De reyerta entre vecinos a homicidio


Adriana Fernández asiente junto a Inés. Ella descubrió también que algo no cuajaba en la historia oficial sobre la muerte de su abuelo, Antonio Fernando González. "Una vez mi padre me enseñó una foto y me dijo: 'aquí está enterrado mi padre'. Pero yo sólo veía pasto", relata conmovida. "Él decía que su padre estaba donde la hierba crecía más verde y más alta. Y efectivamente, así fue. Decidí entonces que lo quería sacar del campo en el que yacía".

Su padre sabía el lugar exacto en el que su abuelo estaba enterrado porque él mismo araba aquellas tierras. "Pero mi padre tenía la versión de que su papá había fallecido en una reyerta entre vecinos, y que era natural enterrar a los campesinos en el campo", incide Adriana. "Yo crecí con esa versión, pero cuando fui tomando consciencia de lo que fue el franquismo, empecé a investigar, hasta que la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH) me dio su certificado de defunción, en el que se corroboraba que había sido un represaliado del régimen. El acta decía que había muerto en la lucha por el marxismo. Con ese dato pude entrar a la querella".

El abuelo de Adriana fue asesinado el 9 de octubre de 1936. Sólo a partir de la exhumación, los vecinos le contaron cómo había perdido la vida. "Lo habían paseado, torturado, y lo remataron de dos tiros. Tenía 24 años", cuenta su nieta.

Las dos mujeres coinciden en que la dictadura de Franco ha impuesto un manto de silencio en la generación precedente a ellas. "En Argentina, los organismos de derechos humanos son fuertes, así que la lucha es constante. En España, han sido demasiados años de impunidad", sentencia Adriana. "La generación de los hijos fue silenciada, como lo fue mi padre. Entre los nietos aparece ahora esa necesidad de querer saber qué sucedió con nuestros abuelos. La verdad siempre sale a la luz. En alguna generación aparece y quiere instalarse por fin".

Ellas se identifican como la generación que empieza a hacer despertar la memoria colectiva. Pero reconocen que hay mucha reticencia de algunos nietos que sospechan que tienen a sus abuelos enterrados en fosas comunes. "Conocemos casos de algunos que no quieren remover historias porque sus padres todavía se niegan a conocer la verdad. Prefieren esperar a que ya no estén. La generación de los padres sigue silenciando", lamentan.

La fuerza de la genética

Las Abuelas de Plaza de Mayo tienen presente que los nietos están buscando a sus abuelos en España, a la inversa que en Argentina. "Pero a menudo sucede que los abuelos en España están en fosas y los nietos no lo saben. Y lo que es peor: no se lo preguntan", sostiene Adriana. "De la misma manera, aquí hay nietos que siguen con su vida y que no quieren preguntarse quiénes son realmente. No quieren remover el pasado".


Desde el hallazgo de Guido Carlotto, el teléfono de las Abuelas no ha dejado de sonar. Decenas de personas quieren hacerse una prueba de ADN para comprobar su identidad. "Hace muchos años que uno tiene la esperanza de que, ante la aparición de sucesivos nietos, Guido apareciera finalmente. Estaba sin estar", recuerdan ambas. "Fue una batalla que la vida ganó entre tanta impunidad y genocidio. La aparición de Guido nos dio fuerzas para pensar que la Justicia llega tarde o temprano. Hubiera sido terriblemente injusto que Estela muriera sin abrazar a Guido".

El nieto de Estela, antes de conocer su verdadera identidad, había tocado en los ciclos "Música por la Identidad" organizados por Abuelas. Había incluso compuesto una canción, "Para la memoria", que publicó en el último aniversario del golpe militar en Argentina, el 24 de marzo. "Lo que dijo Estela nos revolucionó al hacernos sentir qué fuerte es la genética", coinciden ambas. "Eso te muestra que hay algo fuerte que no hay que contradecir. Si le prestas atención a lo que estás sintiendo, llegas a tu propia verdad, porque tiene que ver con tus orígenes".

En España, esto es cierto, averiguar el paradero de familiares desaparecidos es más difícil. "El Gobierno tiene que crear bancos de ADN. De otro modo, no pueden identificarse los cuerpos que se descubren", reclama Inés. "Ni siquiera se pueden exhumar los cuerpos porque no otorgan un presupuesto. Hay que esperar donaciones, o que las familias junten dinero para rescatar a sus propios muertos".

Las dos querellantes de la causa contra el franquismo, en cualquier caso, aseguran que sólo es posible reencontrarse con su historia cuando recuperan la de sus abuelos. "Yo sabía que el mío me estaba esperando", defiende Adriana. "Para mis familiares en España fue importante exhumarlo y llevarlo al cementerio para que estuviera con los suyos. Para mí, reconocerme en esos huesos, y en sus ideales".

* Artículo aparecido el 10 de agosto de 2014 en el diario español Público.

viernes, 8 de agosto de 2014

Argentina celebra el hallazgo del nieto de Carlotto

Había convocado docenas de conferencias para anunciar la recuperación de nietos sustraídos durante la última dictadura (1976-1983). Nunca era el suyo. Este martes fue distinto. Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, apareció ante los medios de comunicación para anunciar un nuevo hallazgo: se llamaba Guido Carlotto, y era su nieto.

Estela de Carlotto, durante la rueda de prensa.- ANA DELICADO
Estela de Carlotto, durante la conferencia de prensa en Buenos Aires (Ana Delicado Palacios)


Su institución había encontrado hasta ahora 113 nietos de los 500 que nacieron en cautiverio durante el régimen militar. Después de 36 años de búsqueda, llegó el turno de Estela. "Ya tengo a mis 14 nietos conmigo", anunció emocionada. Sus palabras despertaron una ovación de los presentes. "Lo que yo quería era no morirme sin abrazarlo, y pronto lo voy a poder hacer".

 Carlotto contó que había recibido la noticia, esa misma mañana, de la jueza María Servini de Cubría, quien además lleva la causa de los crímenes del franquismo. La magistrada ordenó el cotejo de las muestras de ADN del joven recuperado, que se había presentado voluntariamente porque dudaba de su origen. "He encontrado lo que busqué con mis otros 13 nietos, mis dos pequeños biznietos, y mis tres hijos", manifestó Estela. "Se cumplió aquello que decíamos las Abuelas. 'Ellos nos van a buscar, como nosotras los seguimos buscando'".

La revelación de su verdadera identidad
Guido se enteró de cuál era su verdadera identidad por medio de su tía Claudia, hija de Estela y coordinadora de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi). "Encajó así esa pieza que no cerraba, porque era una persona que no correspondía", expresó su abuela.

La presidenta de Abuelas admitió que todavía no había escuchado la voz de su nieto, aunque sí había visto fotos. Claudia, la única que hasta ahora se ha comunicado con Guido directamente, se refirió entonces a las palabras que había intercambiado con su sobrino. "Dijo que estaba conmocionado, bien y muy feliz, y que pronto nos íbamos a ver", anunció la única hija viva de Estela.

Carlotto dio a conocer algunos detalles de la biografía de Guido, como que es músico, y que incluso llegó a tocar hace un tiempo en el ciclo "Música por la Identidad", que organiza Abuelas de Plaza de Mayo. De la familia apropiadora, sólo trascendió que el padre ya falleció. "Ahora seremos cautelosos en la familia y en la institución porque es fuerte para una persona enterarse de esto, aunque lo espere", matizó.

Medios locales se adelantaron y ya han publicado información sobre el joven. Su nombre de apropiado es Ignacio Hurban, tiene 36 años, es pianista, está casado, y vive en la localidad de Olavarría, en provincia de Buenos Aires.

"Pedía por mi hija viva"


Rodeada de otros nietos recuperados, Estela de Carlotto recordó, entre tanto, a su hija asesinada, madre de Guido. "[Espero] que Laura, que pronto se van a cumplir años de su asesinato, sonría desde el cielo y me repita lo que ella sabía antes que yo: 'mi mamá no se va a olvidar de ustedes, y lo va a perseguir'. Yo en realidad sólo persigo verdad, justicia y reparación", confesó.

Laura Carlotto, estudiante de Historia y militante en la Juventud Universitaria Peronista, fue secuestrada en noviembre de 1977, cuando estaba embarazada de tres meses. Por testimonios de sobrevivientes se sabe que estuvo recluida en el centro clandestino de detención La Cacha, en la ciudad de La Plata (a 60 kilómetros al sur de Buenos Aires), y que al mes de su secuestro, su compañero fue asesinado. 

Ella dio a luz el 26 de junio de 1978. Su deseo fue que su hijo se llamara Guido, como su padre, y que su madre Estela fuera a buscar al recién nacido mientras ella estuviera secuestrada. "¿Cómo la pudieron matar?, se preguntó Estela. "¿Cómo ese niño no iba a estar en mis brazos? ¿Qué sabíamos las Abuelas entonces sobre la criminalidad de estos genocidas que se apropiaron de niños indefensos?"

"¿Qué sabíamos las Abuelas entonces sobre la criminalidad de estos genocidas que se apropiaron de niños indefensos?" "Guido nació en un centro clandestino de detención en el que mi hija estuvo secuestrada nueve meses" relataba hace dos años a Público la propia Carlotto. "Llegó embarazada y sufrió las mismas torturas que todos. La tuvieron engrillada, con una capucha en su cabeza, tirada en un camastro. Ahí nació su bebé, y se lo sacaron a las pocas horas. A ella la engañaron, porque le dijeron que me lo iban a dar a mí, pero nunca llegó a mis brazos. La asesinaron dos meses después del parto, y el niño nunca llegó a mí. El único 'beneficio' que tuve fue que me entregaron el mismo día de su asesinato el cuerpo de mi hija, así que pude hacer el duelo y enterrarla".

Cuando su hija desapareció, Estela se reunió con el por entonces general Reynaldo Bignone, último dictador antes del retorno de la democracia, que hoy cumple prisión por delitos de lesa humanidad. "Nunca dijo nada", recordaba este martes. "Yo creo que me entregaron el cuerpo de Laura el mismo día de su muerte porque él dijo: 'entréguensela, ella me lo pidió', pero yo le pedí por mi hija viva, y por mi nieto".

La presidenta de Abuelas anunció que seguirán buscando los jóvenes apropiados que faltan por encontrar. 

"Otras abuelas tienen que sentir lo que siento yo hoy", deseó. "Cada vez la sociedad nos va entendiendo más. Estos son argentinos desaparecidos vivos que están cerca, esperando que los encontremos. Es una tarea de todos. Los vamos a hacer libres con su propia identidad".

Antes de despedirse, esta mujer de 83 años hizo un llamado para que el que tenga información, la revele. "No cobijen a esas personas", pidió. "Van a repetir la historia, y no queremos, ninguna de nosotras, que esta historia se repita en futuras generaciones. Ya tenemos muchos años".


* Artículo publicado el 6 de agosto de 2014 en el diario español Público.

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