lunes, 23 de noviembre de 2015

El opositor Mauricio Macri será el próximo presidente de Argentina

Tras doce años de Gobiernos kirchneristas, cuatro con el fallecido expresidente Néstor Kirchner (2003-2007) y ocho con la actual mandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), la mayoría de los argentinos ha decidido que quiere un cambio de la mano del conservador Mauricio Macri, actual jefe de Gobierno (alcalde) de la ciudad de Buenos Aires.

En la inédita segunda vuelta de estos comicios, el referente de la coalición Cambiemos se ha consagrado como presidente electo con el 51,4% de los votos, unos 700.000 votos más que los que obtuvo su contrincante, que perdió con el 48,6% de los sufragios.

Daniel Scioli, gobernador de la provincia de Buenos Aires, reconoció su derrota desde un hotel céntrico de la capital argentina, cercano a la histórica Plaza de Mayo, y señaló que había llamado a su rival para felicitarlo. “Se optó por un cambio, Dios quiera ilumine a Macri para que ese cambio sea superador para el bien de nuestro país y pueblo", indicó.

En la primera vuelta de las elecciones del pasado 25 de octubre, Scioli había sido el candidato más votado por apenas tres puntos de diferencia con respecto a Macri, una ventaja mínima que sorprendió al país y que invirtió los pronósticos para esta segunda contienda.

El candidato oficialista se queda ahora sin nada. Su mandato en la provincia bonaerense termina el 10 de diciembre, cuando lo reemplace en el cargo la gobernadora electa María Eugenia Vidal, de Cambiemos. Tendrá que esperar dos años para postularse a algún nuevo cargo en las elecciones legislativas de 2017, si el oficialismo todavía lo quiere en sus filas.
Scioli, durante su derrota (A.D.P)

Cambio de Gobierno

Exultante, Macri celebró su victoria entre música y bailes, con la emoción de ser el próximo mandatario de Argentina por los próximos cuatro años. “Le pido a Dios que me ilumine para ayudar a los argentinos", exclamó con una frase igual a la de su contrincante.

Claves en su triunfo han sido las principales provincias del país, exceptuando la de Buenos Aires. El dirigente de Cambiemos ganó en Mendoza, en Santa Fe y sobre todo en Córdoba, donde gobierna el peronismo disidente (no alineado con el kirchnerismo, que es también peronista). Su gobernador José Manuel de la Sota no apoyó explícitamente a ninguno de los aspirantes a la presidencia, aunque sus guiños a Macri no fueron menos que las críticas al kirchnerismo a lo largo de esta etapa.

Macri ha tenido un año espectacular. Su coalición retiene la ciudad de Buenos Aires, que él gobernó durante los últimos ocho años, y además gestionará la provincia homónima, el distrito más grande e influyente del país. Será la primera vez que una misma fuerza política obtiene en las urnas el Gobierno de la nación, el de la capital, y el de la provincia de Buenos Aires.

No tendrá, eso sí, ni mayoría en la Cámara de Diputados ni en el Senado, donde la primera fuerza minoritaria sigue siendo el FpV. En la Cámara Alta el oficialismo tiene mayoría absoluta, por lo que Macri necesita generar consenso para llevar adelante sus propuestas.

En el resto del territorio también tendrá que acordar posiciones. Doce de los 24 distritos del país seguirán en manos de la coalición que todavía gobierna. Hay otras cuatro provincias que gestionarán peronistas disidentes, tres serán radicales, dos más pertenecerán al PRO, y las últimas tres serán gobernadas por otros partidos políticos.

El nuevo presidente

Ingeniero de profesión, Macri heredó un lugar en el mundo de los negocios con la ayuda de su padre, un magnate italiano con el que tuvo una relación conflictiva y que poseía uno de los grupos económicos más poderosos del país.

En 1991 fue secuestrado durante dos semanas por un grupo de excomisarios, un trauma que cambió su vida, según cuenta. Cuatro años más tarde ya era presidente del equipo de fútbol Boca Juniors, que tuvo por entonces la trayectoria más exitosa de su historia con la obtención de 17 títulos, 11 internacionales. En 2003, Macri creó su propio partido, el origen de Propuesta Republicana (PRO) con el que ganó las elecciones para gobernar la ciudad de Buenos Aires en 2007.

Apoyado por los radicales, que representan el segundo movimiento político más grande del país por detrás del peronismo, Macri tiene un logro aún mayor: es el primer presidente que llega a la Casa Rosada, el palacio de Gobierno, aunque está procesado desde 2010 en una causa judicial que lo investiga como presunto partícipe de una asociación ilícita dedicada al espionaje ilegal.

Con 56 años, Macri se convertirá el 10 de diciembre en el próximo jefe de Estado de más de 40 millones de argentinos. El mandatario electo sueña con ese día, cuando Cristina Fernández le coloque la banda presidencial que simbólicamente cierra con el mandato kirchnerista y da comienzo a un viraje político que lo tendrá de protagonista.


* Artículo aparecido el 23 de noviembre de 2015 en el diario español Público

domingo, 22 de noviembre de 2015

Argentina elige presidente con el oficialismo tocado ante una posible derrota


Una hombre camina frente a una valla de propaganda electoral en Buenos Aire. / EFE
(EFE)
BUENOS AIRES.- La segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Argentina que se celebran este domingo para elegir al sucesor de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner ha creado un escenario completamente distinto del que se pudo apreciar en las vísperas de la primera vuelta de los comicios, celebrados el pasado 25 de octubre.

Por entonces parecía que el claro vencedor de aquel día iba a ser el aspirante del oficialismo a la presidencia, Daniel Scioli, y que se trataba de dilucidar si conseguiría los votos suficientes para consagrarse como vencedor, o tendría que esperar a la segunda vuelta para derrotar a su rival, el candidato opositor Mauricio Macri, del frente de centroderecha Cambiemos.


Aquella jornada desveló una situación imprevista. El más votado fue Scioli, pero no llegó a obtener ni tres puntos de diferencia con Macri. Ninguna encuesta había pronosticado un resultado tan ajustado.

Por si fuera poco, Cambiemos arrebató al oficialismo la gobernación de la provincia de Buenos Aires, el distrito más importante del país con el 37% del padrón electoral. La candidata de Macri en esa provincia, María Eugenia Vidal, le ganó a un desprevenido Aníbal Fernández, jefe de gabinete de ministros del actual Gobierno.

Sorprendido como todos, aquel día Macri celebró la situación de ventaja que lo consagraba, simbólicamente, como el verdadero ganador de aquellas elecciones. Desde entonces, esa sensación de triunfo no ha hecho más que aumentar. Todas las encuestas lo dan por ganador, casi todas lo sitúan por encima de los 50 puntos. Sólo una, hace una semana, rescataba a Scioli como el posible vencedor, y por un margen de tres puntos. Los indecisos, eso sí, oscilan entre el 4 y el 11% según qué sondeo.

Frentes abiertos

Hay otro factor que desgasta a Scioli, y es el que libra hacia afuera y hacia dentro de su coalición Frente para la Victoria (FpV). Es de público conocimiento la poca química que hay entre la presidenta y el candidato. La organización kirchnerista La Cámpora, que preside el hijo de la mandataria, Máximo Kirchner, no acudió a los actos proselitistas de Scioli para apoyarlo. Incluso las intervenciones de gente cercana a la mandataria, como Aníbal Fernández o la presidenta de Madres de Plaza de Mayo, Hebe de Bonafini, le hacen más daño que el silencio.

Faltan menos de 20 días para que Cristina Fernández traspase simbólicamente el poder a su sucesor. Macri acaricia esa imagen, y no tuvo problemas en hacerlo público hace unos días. “Los fotógrafos se van a pelear por la imagen de Cristina dándome la banda presidencial", alardeó, dichoso de sí.

El conservador, que ha gobernado la capital argentina por ocho años y creó su partido PRO hace trece, consiguió para estas elecciones hacer una alianza bajo el nombre de Cambiemos que integrase entre otros partidos al del radicalismo, el segundo movimiento con el mayor despliegue territorial en el país por detrás del peronismo.

La Unión Cívica Radical (UCR) que representa al radicalismo no ha conseguido impulsar entre los suyos a un referente que tenga encanto propio para poder llegar a la Casa Rosada, el palacio de Gobierno. Dos presidentes radicales pudieron llegar al poder tras el retorno de la democracia, Raúl Alfonsín (1983-1989) y Fernando de la Rúa (1999-2001). Ninguno terminó su mandato.

Uno de los actuales dirigentes del radicalismo, Ernesto Sanz, se disputó con Macri la precandidatura a la presidencia bajo el frente Cambiemos en las elecciones primarias del 9 de agosto. Ganó el jefe de Gobierno porteño por mucho, así que ahora él lidera un frente mucho más influyente que antes, con la ciudad de Buenos Aires bajo su órbita y con la provincia homónima a punto de ser suya.

Final de campaña

En estos días, Scioli ha buscado comunicarle a los votantes el peligro que representaría Macri para el país como representación del pasado nefasto que sufrió Argentina en torno a la crisis de 2001. Sus intentos por capturar los votos del peronista disidente Sergio Massa, que quedó tercero en las elecciones presidenciales, se alternaban con su esfuerzo por mostrarse independiente. “Soy más Scioli que nunca”, aseguró a finales de octubre. “Que quede claro de una vez por todas: si gano yo, mando yo”, insistió por si acaso hace una semana.


Macri ha conseguido esquivar las acusaciones con sonrisa de vencedor y promesas de cambio. De sus propuestas políticas, poco ha dado a conocer. Las medidas económicas que tomaría ni las menciona, se cuida de adelantar quién sería su ministro de Economía, y procura que sus economistas cercanos no hablen de más.

El pasado domingo, ambos se enfrentaron en un debate histórico con récord de audiencia. Ninguno se salió del eje que predominaba en sus respectivos discursos. Lo mismo sucedió este jueves en los actos de cierre de sus campañas electorales.

El opositor acudió a la provincia de Jujuy, al norte del país, para tener un cierre digno de película, con el escenario idílico que ofrecía la Quebrada de Humahuaca de fondo, Patrimonio de la Humanidad. Scioli se sumergió en el corazón de la provincia de Buenos Aires, un bastión peronista como lo es La Matanza, el partido más extenso y poblado del conurbano. La palabra kirchnerismo fue sustituida por la de peronismo.

Con esta situación, más de 32 millones de argentinos han sido llamados a votar este domingo.

* Artículo aparecido el 22 de noviembre en el diario español Público 

lunes, 16 de noviembre de 2015

Mucha retórica y pocas respuestas en el cara a cara entre los candidatos presidenciales de Argentina

A siete días de la segunda vuelta de las elecciones del próximo 22 de noviembre, el postulante del oficialismo Daniel Scioli y el opositor Mauricio Macri intercambiaron duros reproches y acusaciones en un debate que consiguió una audiencia récord

 

BUENOS AIRES.- Por primera vez dos aspirantes a la presidencia de Argentina se enfrentaron uno frente al otro ante la expectativa del llamado balotaje (segunda vuelta de los comicios). El debate, que se realizó este domingo en la facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y se retransmitió por todos los canales y emisoras del país, fue un acontecimiento histórico que marcó un récord de audiencia y se convirtió en el programa más visto en el año.

El encuentro se dividió en cuatro bloques: desarrollo económico y humano, educación e infancia, seguridad y derechos humanos, y fortalecimiento democrático. Cada candidato comenzaba con una exposición de dos minutos, a lo que seguían cuatro réplicas y contestaciones de un minuto para que se interpelaran.
 
Era la primera vez que Scioli, candidato por el Frente para la Victoria (FpV), participaba en un debate electoral, pues declinó participar en el anterior que enfrentó al resto de los cinco candidatos presidenciales previo a la primera vuelta de las elecciones del 25 de octubre. Como en aquella ocasión, los participantes del debate no podían interrumpirse, y lo cumplieron. En varias ocasiones, Scioli siguió hablando fuera del tiempo asignado. Apenas eran segundos, pero tuvo fue llamado al silencio por los moderadores repetidas veces.

Macri, que se postula a los comicios bajo el frente opositor Cambiemos, apeló al televidente en cada una de sus exposiciones dirigiéndose a él en singular y en tono familiar, al estilo de sus anuncios publicitarios durante la campaña electoral: “Quiero empezar hablándote a vos que estás terminando el fin de semana”, “nuestro único objetivo es trabajar todos los días para que te sientas mejor”, “te quiero proponer una revolución en la calidad educativa”, “todos tenemos que estar comprometidos”, “les quiero pedir que no nos resignemos”.

El líder de Cambiemos, jefe de Gobierno en la ciudad de Buenos Aires, estuvo al principio algo más elocuente en sus apelaciones a Scioli, que parecía preocupado y tenso sobre el escenario. Macri procuraba dirigirse a Scioli con desenvoltura y aparentando tranquilidad, mientras que el gobernador de la provincia de Buenos Aires solía mirar al frente y pocas veces le devolvió la mirada.


Tras inaugurar Macri el primer bloque temático, Scioli contratacó advirtiendo de que las propuestas de su rival eran un peligro para el conjunto de la sociedad, y le inquirió si iba a levantar el cepo, la limitación de compra de divisa extranjera que estableció el Gobierno desde 2011 para evitar la fuga de capitales. “No hagas de vocero mío, Daniel. Nosotros creemos que hay que expandir la economía, no ajustar. Ustedes son los que ajustaron", replicó el jefe de Gobierno porteño sin responder a la pregunta.

Scioli recordó entonces que Macri se había opuesto a la estatización de empresas como Aerolíneas Argentinas y la petrolera YPF. Su rival lo acusó de haber cambiado. “Argentina tiene que crecer en base a un Gobierno que diga la verdad. El problema es que el Gobierno kirchnerista ha mentido”, apuntó.

Scioli se mostró firme. “No pierdas el tiempo en querer debatir con un Gobierno que termina el 10 de diciembre”, a lo que su contrincante le contestó que representaba la continuidad de la actual gestión, y le preguntó si era cierta la pobreza que reflejan las cifras del cuestionado Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC). Fue la segunda pregunta sin ser respondida de cuantas seguirían. Scioli le señaló que no pensaba debatir sobre estadísticas ni sobre un Ejecutivo que estaba por terminar. Macri lo atacó con la devaluación que ha sufrido la economía argentina.

Más recriminaciones

Así se llegó al segundo bloque del debate, donde el candidato del FpV se definió como defensor de la educación pública y prometió infraestructura pública y un desarrollo de la ciencia y tecnología. Macri alegó que su principal preocupación eran los niños, y se comprometió a tener la mejor escuela pública de América Latina.

Siguieron las acusaciones salpicadas de promesas ambiguas también en el tercer tema, sobre seguridad y derechos humanos, en el que Scioli dijo que apostaría por la prevención y por políticas de inclusión, porque “con la devaluación se generan desigualdades que promueven la violencia”. Prometió, además, el blindaje de las fronteras, que resumió como orden, autoridad y legalidad.

El candidato de Cambiemos prometió, en su turno, una agencia nacional de seguridad, profesionalizar las fuerzas policiales y “volver a entrar con el Estado en los barrios más peligrosos”. Scioli presumió de tener experiencia en ese asunto y prometió reinvertir todos los bienes confiscados al narcotráfico en la salud pública de los adictos.

En el último bloque, sobre fortalecimiento democrático, Scioli trató de acorralar a su rival con YPF, y Aerolíneas, empresas recuperadas durante el Gobierno de Cristina Fernández. “Veníamos a intercambiar propuestas, pero insistes en generar miedo. Nosotros pensamos que podemos vivir mejor”, fue la respuesta de Macri al esquivar el tema. El candidato conservador anunció que pedirá sanciones contra Venezuela en la Unasur e inquirió a su rival si haría lo mismo, pero éste no dio precisiones al respecto.

En términos generales, el reconocido periodista y escritor argentino Eduardo Anguita explicó a Público que el debate “había sabido a poco” porque las respuestas fueron elusivas y las preguntas que se hicieron entre sí los dos candidatos eran, en su mayoría, “retórica para tratar de captar emocionalmente a la audiencia y no para formular preguntas precisas de cara a la posible gestión”.

“Se hizo mucha referencia a la devaluación y en ningún momento ninguno dijo con qué batería de modificaciones a la actual situación económica financiera piensa llevar la situación fiscal, el comercio exterior y la cotización de la moneda, que es el centro de las preocupaciones de buena parte de la sociedad y de observadores más calificados”, concluyó Anguita.

*  Artículo aparecido el 10 de noviembre en el diario español Público.

 

Despidos indiscriminados y a voleo: la nueva política que impulsa el Gobierno de Argentina*

 No hubo una evaluación de su desempeño, ni un aviso de advertencia. Carolina Salvatore, una empleada de la Secretaría de Educación de Arge...