martes, 21 de julio de 2015

Victoria agridulce para la derecha en Buenos Aires

Necesitó la segunda vuelta de las elecciones, y ganó por una diferencia tan ceñida, que durante el conteo de votos vio peligrar su futuro. Horacio Rodríguez Larreta, aupado y respaldado por el precandidato a presidente Mauricio Macri, sucederá a su mentor como jefe de Gobierno de la ciudad de Buenos Aires por una victoria pírrica que ha generado un panorama imprevisto para los comicios presidenciales del 25 de octubre.

El partido Propuesta Republicana, conocido comúnmente como PRO, ha tenido el peor resultado de su historia en las elecciones a jefe de Gobierno en la capital, que disputa desde hace ocho años. Rodríguez Larreta sacó el 51,6 % de los votos frente a Martín Lousteau, que se postulaba por Energía Ciudadana Organizada (ECO) y obtuvo el 48,3 %. En la primera vuelta, el candidato del PRO había conseguido el 45,5 % de los votos, y Lousteau, el 25,5 %.


El partido de Macri había preparado un escenario que entre música y ovaciones debía recibir a un Larreta victorioso y a un Macri aún más exultante si cabe, con el propósito calculado de proyectar su triunfo al resto del país. Aparecieron contritos, intentando acomodar su gesto de decepción ante las cámaras. El jefe de Gobierno aprovechó para lanzar un discurso de campaña presidencial, con promesas de acción y críticas al Ejecutivo nacional, y luego le dio rienda suelta al baile.

Rodríguez Larreta sumó en esta segunda ronda apenas seis puntos más que en la primera, lejísimos de los porcentajes de adhesión que sí alcanzó Macri las dos veces que disputó la segunda vuelta para ser jefe del Gobierno porteño: 61 % en 2007, 63 % en 2011, es decir, 16 puntos más que los que había alcanzado en la primera vuelta de aquellos comicios.

Socios y rivales


Entre Lousteau y Rodríguez Larreta se produce un fenómeno paradójico. A nivel nacional, ECO pertenece al frente Cambiemos, una alianza nacional que integran PRO, la Unión Cívica Radical (UCR) y Coalición Cívica para enfrentarse al kirchnerismo gobernante. Cambiemos dirimirá su candidato presidencial en una interna que disputarán el 9 de agosto los líderes de esos espacios: Mauricio Macri, Ernesto Sanz, y Elisa Carrió.

Dos semanas tuvo Lousteau para tratar de contrarrestar los 20 puntos de diferencia que le había sacado Rodríguez Larreta en la primera vuelta. El candidato de ECO no intentó apoyarse en Sanz o en Carrió, aunque ambos postulantes presidenciales le manifestaron su apoyo en algún momento de la campaña, con mayor intrepidez el primero, con más tibieza la segunda.

Rodríguez Larreta, por su parte, se apegó a Macri. El todavía jefe de Gobierno se vio obligado a postergar su campaña presidencial para asegurar el triunfo de su delfín en el único distrito del país en el que el PRO ganaba hasta ahora con holgura sin necesidad de hacer partícipe a otros partidos.

La única victoria que Macri podía capitalizar en solitario era la de la capital, que es la que le permitía postularse como precandidato a presidente en la alianza Cambiemos. En el resto del país tiene que apoyarse en los radicales de la UCR para tener la posibilidad de ganar en otras elecciones locales y salir en la foto. La única provincia en la que el PRO pudo ir en solitario fue Santa Fe. Estuvo a punto de arrebatarle el triunfo al socialismo, pero le faltaron 2.000 votos.

Macri sólo ha podido celebrar una victoria más, y fue compartida. En la provincia de Mendoza salió elegido como gobernador un candidato radical apoyado por el PRO y por otros partidos opositores al Gobierno nacional.

El jefe de Gobierno era consciente de que tenía poco vuelo en solitario, pero con los resultados de esta segunda vuelta, ha perdido parte de su capital político. Su único bastión, el cuarto distrito electoral del país, representativo como lo es la capital de Argentina, se ve debilitado. En el resto del territorio, su alianza con otros opositores diluye su protagonismo.

El empuje de Lousteau


El candidato por el Frente para la Victoria (FpV) Mariano Recalde, que quedó tercero en la primera vuelta de los comicios porteños, no quiso respaldar a Lousteau en esta segunda ronda, aunque reconoció que no era dueño del 21,9 % de los votos que lo habían elegido. Como portavoz de la posición del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner frente a estos comicios, resaltó la contradicción de que los dos candidatos a jefe de Gobierno en Buenos Aires pertenecieran al mismo espacio electoral que aspira a ganar las elecciones presidenciales.

Los dos candidatos de izquierda que se presentaron por separado en la primera vuelta y obtuvieron en total el 7,1 % de los sufragios coincidieron en esta ocasión en hacer un llamado por el voto en blanco, con la intención de ilustrar que, en el fondo, daba igual decantarse por Rodríguez Larreta o por Lousteau.

Pero el voto en blanco sacó el 5 % de los votos. Los ciudadanos opinaron distinto, y Lousteau consiguió casi el doble de sufragios que en la primera vuelta. El candidato por ECO tenía esperanzas de seducir a ese 29 % del electorado, en su mayoría kirchnerista, que en la primera ronda no había votado ni por él ni por Rodríguez Larreta. Y consiguió convencer a casi el 23 %, ganando en 9 de las 15 comunas en las que se divide la ciudad.

En el arco de votos que fueron a Lousteau, quizás fue más decisiva la papeleta antimacri que la realmente convencida por él. Pero con todos esos sufragios, a punto estuvo de despojarle al PRO su hegemonía en la capital.

Sin el apoyo explícito de los movimientos de izquierda o del FpV, Lousteau logró en estas elecciones desprenderse de las críticas que le recordaban su paso por el Gobierno de Cristina Fernández, cuando fue ministro de Economía y diseñó un proyecto para cobrarle más retenciones a los agroexportadores, lo que provocó su dimisión al desatarse la mayor crisis que tuvo que afrontar el Ejecutivo de la presidenta.

Lo que está por venir

Desde que se constituyera como un distrito autónomo en 1996, la ciudad de Buenos Aires siempre ha tenido que celebrar elecciones en segunda vuelta para definir a su jefe de Gobierno, pero era la primera vez que un candidato kirchnerista quedaba fuera de la competencia.

El FpV suele ser querido en la provincia de Buenos Aires, la más importante del país al concentrarse allí el 37 % del padrón electoral, pero las provincias que la siguen en relevancia por población, Córdoba, Santa Fe, Mendoza, no son tan afectas al Gobierno nacional.

A diferencia del arco opositor, el oficialismo sólo lleva un candidato para las primarias presidenciales que se celebrarán en tres semanas: el actual gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli. Él es quien más motivos tendría para celebrar este domingo los resultados en la ciudad de Buenos Aires. Macri estaba en el imaginario de encuestas y análisis como el rival que le disputaría la presidencia en una eventual segunda vuelta. Desde anoche, Scioli duerme más tranquilo.


* Artículo aparecido el 20 de julio de 2015 en el diario español Público.

lunes, 6 de julio de 2015

Celebración repartida en el súperdomingo electoral de Argentina

BUENOS AIRES.- Pareciera que los argentinos se resisten el cambio. Cinco elecciones se habían convocado para este domingo, y en todas ellas confirmaron su victoria los partidos que ya gobernaban.

La Ciudad Autónoma de Buenos Aires (distrito separado de la provincia homónima) elegía a su jefe de Gobierno y las provincias de Córdoba y La Rioja designaban a su gobernador. Corrientes definía a sus autoridades legislativas, y La Pampa dirimía en una interna peronista quiénes serían sus candidatos para la gobernación.

Como sucedió en las elecciones primarias de abril en la ciudad de Buenos Aires, ganó por amplia diferencia el candidato por el partido conservador Propuesta Republicana (PRO) Horacio Rodríguez Larreta, delfín del actual jefe de Gobierno y aspirante a la presidencia Mauricio Macri.

La ciudad es insistente con su voto: Rodríguez Larreta consiguió el 45,6 % de los sufragios, de la misma manera que Macri obtuvo en las mismas elecciones de 2007 y 2011 una adhesión no inferior a esa cifra. En las primarias, el PRO había sacado el 47,3 % de los votos entre sus dos precandidatos, Rodríguez Larreta y Gabriela Micchetti, ya recompensada como compañera de Macri en su fórmula presidencial. En definitiva, no se ha movido el amperímetro.

La ciudad nunca ha otorgado en primera vuelta el 50% de los votos más uno a un solo candidato, necesarios para evitar la segunda ronda. Rodríguez Larreta tendrá que esperar al balotaje del día 19 para enfrentarse de nuevo a Martín Lousteau, que salió segundo con el 25,6 % de los votos bajo el paraguas del frente ECO, una coalición respaldada por la Unión Cívica Radical (UCR), la Coalición Cívica y el socialismo.

Reincidió en su tercer puesto con el 21,7 % de los sufragios el candidato por el Frente para la Victoria (FpV) Mariano Recalde, presidente de Aerolíneas Argentinas. Por primera vez, un candidato kirchnerista queda fuera del balotaje.

Hasta 1996, la capital era un municipio cuyo intendente (alcalde) lo elegía el presidente del país. Desde su constitución como distrito autónomo, el cuarto más numeroso del país, la ciudad de Buenos Aires ha sido poco afecta a Gobiernos peronistas. La mayoría de los porteños (gentilicio de los habitantes de la ciudad) confían desde hace casi 8 años en la gestión del PRO, lo que convierte la capital en el único bastión de Mauricio Macri.

No obstante, se confirmó hace apenas dos semanas que su partido había perdido por menos de 2.000 votos la provincia de Santa Fe ante el socialista Miguel Lifschitz, lo que debilita sus aspiraciones presidenciales. Macri está lejos de consolidar una estructura territorial que extienda su influencia en el resto del país. Por eso se ha aliado con la UCR y la Coalición Cívica a nivel nacional.

Los bailes televisados con los que el PRO celebra su victoria en la capital muestran un triunfalismo desorbitado para el alcance que tiene en otras regiones. Macri no llega a proyectarse ni siquiera en la cercana provincia de Buenos Aires, decisiva por albergar al 37 % del padrón nacional, pero que es casi un páramo para su partido. Y en las elecciones de Córdoba, sin candidato propio, su apoyo al radicalismo no conmovió al electorado.

Las fuerzas de izquierda han quedado divididas en estos comicios. Luis Zamora, por Autodeterminación y Libertad (AyL), obtuvo casi el 4 % de los votos, y Myriam Bregman, candidata por el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT), se resignó con el 3 % de los sufragios.

Más de 2,5 millones de porteños votaron también para elegir la mitad de los escaños de la legislatura (30) y a los integrantes de las 15 juntas comunales de la ciudad. Los partidos predominantes tuvieron una ligera merma de votos en sus listas de legisladores, entre 1 y 3 puntos porcentuales, lo que apenas aumentó el caudal de los frentes de izquierda. Aquí se incluye a Camino Popular, cuyo precandidato a jefe de Gobierno, Claudio Lozano, no pudo alcanzar el 1,5 % de los votos requeridos para presentarse a jefe de Gobierno en estas elecciones.

Cabe destacar, por otro lado, la implementación de la boleta electrónica en la capital, lo que permitió conocer los resultados definitivos horas antes que en otras ocasiones.

Más festejo local

La provincia de Córdoba, la segunda más importante del país, ha sido refractaria a formaciones nuevas. Hasta 1999 estuvo en manos de radicales, y desde entonces ha sido constante la victoria peronista del Partido Justicialista (PJ) –que no kirchnerista– de mano del gobernador José Manuel de la Sota, que ganó en tres ocasiones, y de su aliado Juan Schiaretti, que ahora repite mandato con el 38 % de los votos tras su gestión entre 2007-2011.

Entre tanto, queda doblegada la alianza de los radicales y el PRO, que juntos sólo consiguieron el 33,8 % de los votos. Al FpV del kirchnerismo no le fue mejor, arañando el 19 % de las papeletas.

De la Sota quiere jugar ahora a nivel nacional. Por eso esta victoria juega a favor del postulante presidencial Sergio Massa, que disputará su candidatura en una interna con el gobernador.

No hay habilitada una segunda vuelta en Córdoba como tampoco en La Rioja, donde los resultados encerraban menos misterio. Desde 1983 gobierna el peronismo y así seguirá haciéndolo en la provincia oriunda del expresidente Carlos Menem, esta vez con el kirchnerista Sergio Casas como gobernador.

En La Pampa, donde la participación fue apenas del 30 % (el voto no era obligatorio), se dirimía en elecciones primarias una disputa dentro del PJ peronista que enfrentaba a Fabián Bruna, apoyado por el kirchnerismo, y a Carlos Verna, que cortó lazos con la Casa Rosada (el palacio de Gobierno) hace cuatro años. Ganó este último con amplia ventaja. La UCR y el PRO presentarán un precandidato en conjunto, el radical Francisco Torroba, en los comicios finales.

En las elecciones legislativas de Corrientes, donde gobierna el radicalismo desde 2001, ganó el oficialismo local con Noel Breard al frente.

Se han celebrado, hasta ahora, nueve elecciones regionales en todo el territorio, al margen de las primarias. Más allá de los resultados mencionados en capital, Córdoba y La Rioja, el kirchnerismo ha ganado en Salta y en Tierra del Fuego; la alianza UCR-PRO le arrebató Mendoza al oficialismo, el socialismo se mantuvo en Santa Fe, el Movimiento Popular Neuquino sostuvo su hegemonía en Neuquén, y en Río Negro se asentó un exkirchnerista, sin que en estas tres últimas provincias haya tutelas nacionales.

El resultado de estas elecciones no puede trasladarse a las presidenciales del 25 de octubre. En los comicios generales de 2011, Cristina Fernández fue la candidata más votada en todas las provincias, con excepción de San Luis. Habrá que esperar tres meses para averiguar si el único candidato por el oficialismo que aspira a sucederla, el gobernador de la provincia de Buenos Aires Daniel Scioli, recibe el mismo consenso.


* Artículo aparecido en Público el 6 de julio de 2015.

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