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Imagen del Papa Francisco en el Museo de Flores, su barrio natal en la capital argentina (A.D.P) |
Hay una carta manuscrita del 13 de octubre de 2018 que el papa
Francisco dirigió al Museo Barrio de Flores, con motivo de su
inauguración, en la que puede leerse: "Flores es el barrio en el cual
nací y viví hasta entrar en el seminario. Con un poco de petulancia,
puedo decir que es mi barrio, mis raíces".
Hoy ese barrio
tradicional al suroeste de la capital argentina siente que el
papa Francisco, fallecido el lunes a los 88 años tras un derrame
cerebral, es también un poco suyo. La Agencia Sputnik recorrió sus
recovecos y pudo hablar con algunos de quienes lo conocieron.
UNA VOCACIÓN
Uno
de ellos es el párroco de la Basílica de San José de Flores, Martín
Bourdieu, que entró al seminario en 1998 y así conoció a Jorge
Bergoglio, que acababa de ser nombrado arzobispo de Buenos Aires. "Nos
acompañó durante todos esos años de formación. Primero me nombró
sacerdote, después párroco y caminó junto a nosotros hasta que lo
eligieron papa", cuenta.
En uno de los costados de la basílica un
confesionario de madera recoge en una placa que allí, "el 21 de
septiembre de 1953, Jorge Mario Bergoglio siguió el llamado de Dios para
ser sacerdote". A unos metros de allí, el párroco de la basílica deja
de lado la organización de la inminente misa en honor al papa Francisco
que está por celebrarse, y toma asiento para describir a quien fue su
mentor.
"Era muy sencillo, muy simple, muy intuitivo, muy
inteligente y muy valiente. Un hombre de una profunda oración, de una
intimidad muy profunda con Dios. Un líder para todos", detalla.
"Transmitió
los valores de una Iglesia cercana a la gente, abierta, en actitud de
escucha y misericordiosa especialmente con los que más sufren".
Sus
doce años de pontificado dejan un gran legado a la Iglesia del mundo,
valora Bourdieu con un tono de pesadumbre. "Para nosotros es una gran
responsabilidad continuar con todo lo que nos ha transmitido durante
todos estos años".
Francisco también generó un cambio de paradigma
en la Iglesia Católica. "Es una Iglesia con un estilo mucho más cercano
y sencillo, con un lenguaje más próximo a la gente común, y con una
sensibilidad especialmente dedicada a los que sufren, a los pobres, a
los más marginales", añade el párroco.
El Vaticano, con sus
intrigas de poder, debió ser nido de confabulaciones y sinsabores, con
los consiguientes disgustos para el pontífice, "pero era un hombre muy
libre, estaba seguro de lo que quería, y no le afectaba tanto lo que
dijeran de él", asegura el sacerdote.
"Cuando murió mi padre, él
enseguida se hizo presente y me escribió una carta muy linda. Era muy
paternal, y siempre tenía un sentido del humor muy agudo, muy fino.
Estuvo cerca de todos nosotros ante cualquier necesidad. Ante la
enfermedad de cualquier sacerdote, él siempre estaba allí. Ése es
nuestro recuerdo con él", completa.
UN VIAJE
En aquel templo
que descubrió su vocación sacerdotal impartía sus homilías Bergoglio,
según atestiguó la pintora Mercedes Fariña, creadora de una serie
pictórica de nueve cuadros en homenaje a su pontificado, de los cuales
una copia reposa en la Basílica, y los otros ocho, que muestran las
devociones de Francisco, descansan en el Museo Eclesiástico de la
catedral de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires (este).
"El
primero de todos ellos se lo regalé, y él me lo agradeció en una carta
de puño y letra que me mandó a mi casa en mayo de 2013", evoca esta
argentina. "A partir de ahí la Nunciatura gestionó mi viaje para que se
lo entregara en persona, y eso hice en septiembre de aquel año".
Los
recuerdos le producen un estremecimiento y un temblor en la voz.
"Bendijo a mi hijo, a mí, y en nuestro intercambio, me agradeció el
retrato; dijo que estaba muy emocionado, muy contento. Le llegó al
corazón, porque alguien de su país, de su ciudad y de su barrio que
pinta arte sacro le dedicó un homenaje pictórico".
Conmovida se
muestra esta mujer por haber conocido de primera mano a quien fue tan
importante en su vida. "Me permitió vehiculizar a través de mi arte todo
lo que hizo él por la humanidad", resume.
UN HOMBRE
En la
capilla de Nuestra Señora de la Misericordia, a pocos metros de la casa
donde vivió su infancia, Bergoglio impartió su primera misa como
sacerdote. Y en el colegio aledaño, asistió a sus primeros años como
escolar.
"Él tenía, como todo niño, sus juegos, su forma de ser. A
petición de la familia, la hermana Dolores lo preparó para la comunión,
que tomó en nuestra capilla un 8 de octubre, y después para la
confirmación. Aquí también estudiaron sus hermanas. Siempre le quedó un
apego especial y cariño por esta casa", rememora la hermana Teresa.
Es
por eso que "su primera misa, que es muy importante para los
sacerdotes, la hizo en la capilla de Nuestra Señora de la Misericordia",
observa esta religiosa, ya anciana. "Mientras fue vicario, obispo de
Flores, venía cada 8 de octubre a celebrar con nosotros, porque además
vivía la hermana Dolores, que era su maestra y catequista. Cuando
falleció y la velamos en la capilla, él se quedó junto a ella rezando.
Le pregunté si deseaba tomar algo y respondió: "no, quiero estar junto a
mi maestra".
Cuando llegaba abril, Bergoglio solía reunirse con
todas las religiosas de la arquidiócesis. "Tomaba algún documento de la
iglesia, algún tema que quería que viviéramos de boca de él, y abría el
diálogo: nos preguntaba cómo nos sentíamos, si queríamos preguntarle
algo. Era muy cercano, y luego celebraba la misa con nosotras".
En
sus visitas mostraba especial cercanía con una monja ya fallecida,
Javiera, del que era su confesor. En aquellas ocasiones le gustaba mucho
tomar té, detalla la hermana Teresa. "Hasta él mismo se lo hacía:
'Dejame que yo lo preparo', decía".
La sencillez y la cercanía
eran sus características principales, afirma la religiosa. "Si bien era
una persona seria, compuesta y con autoridad, tenía un afecto natural
por el otro. Conversaba mucho con nuestra superiora, la hermana Marta.
Cuando la capilla cumplió el 12 de noviembre de 2012 los 75 años de su
consagración, él celebró con nosotras, y al poco se fue al cónclave. Así
se despidió de esta casa".
Hombre austero, Bergoglio es recordado
entre aquellas paredes con su tradicional portafolio negro, su abrigo,
su sotana negra, y sin el solideo, el casquete que portan en la cabeza
algunos eclesiásticos de jerarquía. "Caminaba como cualquier sacerdote
en medio del pueblo de Dios", acota la hermana Teresa.
Tal era su
sencillez, que "cuando fue nombrado papa, nos contaban los sacerdotes
que llamó a Buenos Aires pidiendo medicamentos y ropa, porque se había
ido al Vaticano con lo justo", menciona.
Ya tenía más de 75 años y
Bergoglio había empezado a pensar en dejar su arzobispado, por lo que
se había armado en el hogar sacerdotal una habitación. Pero al ser
ungido como sumo pontífice, "llamó allí por teléfono y les dijo: "bueno,
ocupen la habitación porque yo ya no voy a poder ir", describe la
religiosa.
Esas salidas "tan lindas de cercanía", en sus palabras,
quedaron plasmadas también en su decisión de instituir en toda la
Iglesia la celebración de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los
Mayores. "Él tenía a su abuela a la que quería muchísimo", asegura.
Bergoglio
también se mostró "atento a la humanidad". Alguna dificultad tenía en
una de sus rodillas que le hacía renguear. "La hermana Marta decía:
"bueno, monseñor, le busco un taxi, lo lleva alguien para volver a la
curia, al centro", y él: "no, no, de ninguna manera". Y se iba en
ómnibus (autobús) o en subte(rráneo), y sacaba su boleto, como todos".
Esa
cercanía fue la que le llevó a sobreponerse y cumplir con su último
rito, privativo de los papas: la bendición urbi et orbi (a la ciudad [de
Roma] y al mundo', en latín). Y en la homilía que antecedió este gesto,
leído en su nombre, "pidió por la paz de cada lugar en la que había
guerra, lo que realmente emociona".
La hermana Teresa se reconoce
impresionada al recordar una anécdota más. Consultado hace unos días
cómo estaba viviendo la Pascua, Francisco respondió la verdad. "Como
puedo", confesó. "Manifestó siempre su humanidad, como papa abierto y
ecuménico que fue, porque conversaba y hacía oración con todos.
Realmente movilizó a la Iglesia. Ojalá el cónclave continúe con esa
linda visión que él abrió para la comunidad".
Se ha muerto un papa
para el mundo, pero hay un barrio que se reconoce huérfano ante la
ausencia definitiva de un hombre singular que transitó sus calles como
un vecino más.
* Artículo publicado el 21 de abril de 2025 en la Agencia Sputnik.