Raro es que el presidente español Mariano Rajoy no haya salido él mismo a dar el grito de guerra contra Argentina por la expropiación de la empresa petrolífera YPF, filial argentina de Repsol. Agazapado como estaba
detrás de sus ministros a la hora de dar cuenta de los recortes aprobados en los
primeros 100 días de Gobierno, ésta era una ocasión estupenda para salir en
primera línea a criticar muy indignado la decisión del Ejecutivo argentino.
No pudo ser. Pero a la ofensiva mandó nada menos que a dos ministros, el de Industria y Turismo y el de Relaciones Exteriores, para recordar que cuando se toca una “empresa española” se nos toca a todos. Y además nuestro presidente no es de palabra fácil, pero sí de hechos contundentes. Y por eso aprovechará su actual viaje a México y a Colombia para recabar apoyos de países latinoamericanos, dado que parece difícil que la Unión Europea pueda establecer algún tipo de sanción a una decisión soberana.
Pero no puede quedarse así esta
decisión argentina de nacionalizar el 51% de las acciones de YPF, porque se
tocan los intereses de España, de todos los españoles, en suma, en un momento de
crisis económica muy grave para nuestro país, lo que convierte la expropiación
argentina no sólo un acto alevoso y traidor hacia España, sino en una
declaración de guerra como ágilmente han descubierto nuestros ministros.
Cuidado, sin embargo, con los antipatriotas que tienen la mala leche de recordar que la empresa española Repsol no es en realidad española porque la mayor parte de sus acciones están en manos extranjeras. Lo dice la empresa en su misma página web: el 42% [de la multinacional] pertenece a instituciones extranjeras --como fondos de inversión o bancos-- y otro 9,5% rsponde a la compañía petrolífera PEMEX, de nacionalidad mexicana.
Cuidado, sin embargo, con los antipatriotas que tienen la mala leche de recordar que la empresa española Repsol no es en realidad española porque la mayor parte de sus acciones están en manos extranjeras. Lo dice la empresa en su misma página web: el 42% [de la multinacional] pertenece a instituciones extranjeras --como fondos de inversión o bancos-- y otro 9,5% rsponde a la compañía petrolífera PEMEX, de nacionalidad mexicana.
Lejos están aquellos tiempos en los que decir Repsol era decir empresa estatal. Esto fue así hasta 1987, cuando Felipe González, que se decía socialista, decidió privatizarla.
Por si fuera poco, resulta que Repsol es la segunda empresa, de cuantas cotizan en la Bolsa española, con más presencia en paraísos fiscales. Tiene, exactamente, trece sociedades que operan en territorios extranjeros donde predominan la opacidad de las cuentas y un sistema impositivo casi nulo. Doce de ellas están en las islas Caimán.
Habrá quienes todavía quieran
reivindicar la importancia de los impuestos que, en cualquier caso, tributa Repsol en
territorio español. El diputado de Izquierda Unida (IU) Alberto Garzón, señala
en cambio que la empresa sólo declara en España “el 25% de sus
beneficios totales
por todo el mundo”. Eso significa que Repsol pagó en 2010 al fisco español 949 millones de euros, de un total de
1.742 millones de euros que pagó a nivel mundial. Dado que no todo lo que gana lo obtiene de España, tampoco todos los impuestos los paga en este país.
Garzón
dice, ante toda esta historia, que en realidad "no están enfrentados los
intereses de dos naciones distintas, sino los intereses nacionales de Argentina
y los intereses económicos de sujetos privados de distintas nacionalidades -y
entre ellas, en menor grado, españoles-".
Entre tanto, ésta es la excusa
perfecta para golpearse el pecho por los intereses afectados de una
multinacional mal llamada española, y además, poco dada a ser equitativa con sus trabajadores en relación al aumento de sus ingresos.
Pese a que las empresas españolas tienen un capital minoritario en Repsol, no hay que perder la ocasión de agitar vientos y tempestades y ocultar de la atención pública la sangría de recortes del Gobierno. Qué mejor que generar y azuzar esta causa como una cuestión de Estado para olvidar que no es Argentina, precisamente, quien tiene desde hace rato a nuestro país hincado de rodillas.
Pese a que las empresas españolas tienen un capital minoritario en Repsol, no hay que perder la ocasión de agitar vientos y tempestades y ocultar de la atención pública la sangría de recortes del Gobierno. Qué mejor que generar y azuzar esta causa como una cuestión de Estado para olvidar que no es Argentina, precisamente, quien tiene desde hace rato a nuestro país hincado de rodillas.