Un tercio
de la población mundial en cuarentena por la pandemia del covid-19
plantea una situación inédita para la ciencia que anima a indagar en los
síntomas psicológicos y en las conductas sociales
que atraviesa la humanidad. En Argentina un estudio en curso investiga
el aspecto emocional que provoca en la población el confinamiento con el
que se pretende atajar el avance del nuevo coronavirus. Los resultados,
sorprendentes, replantean hasta las hipótesis
iniciales formuladas por el equipo de investigación.
Más de 17.000 personas intervinieron en la
primera entrevista de este estudio longitudinal, que por primera vez
permite evaluar los estados anímicos de las personas sometidas al
confinamiento a lo largo de un período de tiempo.
El formulario fue lanzado dos días después de que el 20 de marzo
comenzara a regir el “aislamiento social obligatorio” decretado por el
Gobierno de Alberto Fernández. Dos semanas después de que entrara en
vigor la cuarentena, más de 8.000 participantes se
involucraron en la segunda encuesta, lo que sirvió de pauta para
empezar a establecer comparaciones.
Cuatro investigadores del Instituto de
Psicología Básica, Aplicada y Tecnología, entidad que depende del
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) en
Mar del Plata, provincia de Buenos Aires (este), y
de la Facultad de Psicología de la Universidad Nacional de esta ciudad,
han podido constatar con estos parámetros la evolución de los cambios
que se producen en relación a la ansiedad, la depresión, y en general, a
las emociones positivas y negativas.
ANSIEDAD Y DEPRESIÓN
Los resultados preliminares de esta
investigación comenzaron a observar una tendencia de aumento en los
niveles de depresión, un estado emocional caracterizado por apaciguar
las formas de respuesta e incrementar los niveles de sueño,
así como la apatía.
“Aunque de momento la magnitud de este
efecto es pequeña, el incremento de la depresión introdujo cambios
notorios en las rutinas de sueño, lo que a su vez repercute en el
devenir diario y en el nivel de concentración”, detalló
en diálogo con esta periodista la investigadora Lorena Canet Juric,
especialista en psicología cognitiva y educativa y una de las
realizadoras de este estudio.
Esta tendencia afecta de manera desigual a
las distintas franjas etarias. El único grupo que presenta una
disminución en la intensidad de los síntomas depresivos es la población
mayor de 60 años. Por el contrario, los jóvenes de
entre 18 y 25 años muestran una mayor inclinación a la depresión.
“La población joven es una población muy
móvil. Suele tener mucha vida social y está en un momento en el que su
proyecto de vida está puesto en acción. Pero de golpe, se encuentran
mucho tiempo metidos en su casa, sin poder contactar
a sus pares de referencia, a sus amigos, e incluso a su pareja, con la
que no suelen convivir”, describió la psicóloga.
El adulto mayor, en cambio, está más
acostumbrado y tiene más herramientas para enfrentar una situación de
soledad en su hogar, según han inferido los investigadores en base a las
dos entrevistas realizadas hasta el momento.
“Teníamos la hipótesis de que las personas
que vivían solas podían tener un mayor nivel depresivo y se ha visto que
no necesariamente es así, porque la persona que vive en soledad puede
estar acostumbrada, puede estar solo pero
no aislado socialmente”, reveló Canet Juric.
Las respuestas al estudio revelaron, al
mismo tiempo, que un individuo aislado socialmente es más propenso a
incumplir el confinamiento que aquella persona que tiene una mayor
integración.
“En general las personas cumplen con la
cuarentena, pero sí vemos que algunas personas que estaban aisladas
socialmente tenían un puntaje más bajo en el grado de cumplimiento del
aislamiento”, puntualizó la psicóloga.
Durante este tiempo, las encuestas también
descubrieron una pequeña tendencia a la baja en la ansiedad, una
respuesta emocional del organismo a situaciones estresantes que amenazan
la supervivencia del ser humano.
“Esto puede tener que ver con una situación
de adaptación: nos adaptamos al cambio en un contexto en el que solemos
incrementar nuestra ansiedad cuando nos sentimos amenazados, y qué más
amenaza la propia vida y los medios de subsistencia
que una situación de cuarentena”, contextualizó la investigadora.
EMOCIONES POSITIVAS Y NEGATIVAS
Las entrevistas abordaron a su vez la
evolución de las emociones positivas, en alusión a los estados que hacen
sentir algo agradable en relación al contexto, como la calma y la
tranquilidad, y también se focalizaron en las emociones
negativas, que hacen referencia al estrés, la frustración, la
intranquilidad, el nerviosismo o la ira.
“La tendencia que presentó el afecto
positivo es el de bajar, como disminuyó todo lo que tiene que ver con
estas emociones positivas, que son las que pueden llegar a sostener de
una manera más agradable la situación de encierro”,
destacó Canet Juric.
Las emociones negativas, curiosamente,
apenas mostraron una merma después de 14 días de aislamiento, pero esta
disminución es considerada insignificante por los responsables de la
pesquisa.
La evidencia científica muestra, por otro
lado, que los hábitos saludables y las actividades gratificantes
contribuyen a que las personas muestren menos síntomas de ansiedad y
depresión.
“Circula mucho en las redes y la gente
tiende a subestimarlo, pero si tienes una rutina, momentos de
distensión, una alimentación saludable y haces ejercicio, hemos visto
que hay una tendencia de disminución en la depresión y ansiedad”,
resumió la psicóloga.
ABUSO DE TECNOLOGÍA
En paralelo, hay un conjunto de hábitos no
saludables que repercuten sobre el ánimo de la persona, como el uso
desmedido de la tecnología. Este rasgo“en parte nos expone a la noticia
constante con actualizaciones sobre lo que pasa
y nos conecta con la amenaza de manera permanente”, acotó la
investigadora.
“Si me someto a un bombardeo de información
sobre el crecimiento de la pandemia, dentro de un mundo global en el
que muchas personas comparten todo el tiempo información, no tengo
capacidad para procesar esta información, porque
nuestra mente está conectada todo el tiempo con la fuente de estrés y
no se puede alejar de eso”, profundizó.
En este contexto, las personas necesitan
abordar de manera más distante la amenaza, una amenaza que de por sí
incide sobre la integridad física y sobre la superviviencia social,
económica, psicológica de cada persona.
Desde las ciencias sociales, las
conclusiones de este trabajo científico aportarán claves sobre la salud
mental y establecerán qué factores psicológicos y culturales contribuyen
a que una persona a la que se le requiere un comportamiento
altruista muestre una mayor adherencia y pueda seguir mejor las
directivas gubernamentales.
“Si yo realmente me
siento bien con la actitud que estoy tomando de quedarme en casa, puedo
entender mejor que un médico que viva al lado de mi departamento tiene
que entrar y salir”, ejemplificó Canet Juric.
En ese sentido, “no puedo
motivar la prosocialidad, el comportamiento afectivo y el pensamiento
hacia el otro en una sociedad tan grande si yo no comprendo cuál es el
estado emocional y qué situación atraviesa
la gente”, alertó.
ALCANCE
El equipo argentino de investigación ha
querido destacar el sesgo inherente a este estudio, puesto que en el
contexto que plantea la pandemia, las entrevistas alcanzan a población
con acceso a medios electrónicos, que en general
tiene estudios universitarios y que mantiene cierta predisposición a
contestar trabajos de este tipo.
“Estimamos que en poblaciones vulnerables
estas magnitudes podrían verse incrementadas, donde las condiciones de
aislamiento no son las mismas, pues no es lo mismo la persona que pasa
la cuarentena en su casa con su situación económica
respuesta a una persona que atraviesa el confinamiento en una situación
más precaria”, profundizó Canet Juric.
Otra población vulnerable que amerita ser
estudiada con profundidad son los niños, por ser “quienes han visto
afectada drásticamente su vida y su manera de contacto con la familia,
dada la magnitud e intensidad de estar encerrados
en su casa haciendo tareas, sin espacios de distensión como lo es la
escuela y sin poder ver a sus amigos”, advirtió la psicóloga.
El estudio prevé más adelante realizar un
tercer relevamiento sobre las estrategias de las personas y las
herramientas con las que cuentan para enfrentar esta época excepcional.
El presidente de Argentina, Alberto
Fernández, anunció el viernes pasado que el confinamiento obligatorio
vigente desde el 20 de marzo se prolongará hasta el 26 de abril. El
mandatario exceptuó a determinadas actividades de cumplir
la cuarentena, como bancos, talleres de automóviles, tiendas de
repuestos o de neumáticos, y librerías, que sólo pueden entregar a
domicilio. El Ejecutivo también autorizó los paseos de personas
discapacitadas con un acompañante.
* Artículo publicado el 15 de abril en la agencia Sputnik
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