martes, 22 de abril de 2025

El papa Francisco, un humanista de barrio

 

Pintura en honor al papa Francisco en el Museo de Flores
Imagen del Papa Francisco en el Museo de Flores, su barrio natal en la capital argentina (A.D.P)

Hay una carta manuscrita del 13 de octubre de 2018 que el papa Francisco dirigió al Museo Barrio de Flores, con motivo de su inauguración, en la que puede leerse: "Flores es el barrio en el cual nací y viví hasta entrar en el seminario. Con un poco de petulancia, puedo decir que es mi barrio, mis raíces".

Hoy ese barrio tradicional al suroeste de la capital argentina siente que el papa Francisco, fallecido el lunes a los 88 años tras un derrame cerebral, es también un poco suyo. La Agencia Sputnik recorrió sus recovecos y pudo hablar con algunos de quienes lo conocieron.

UNA VOCACIÓN

Uno de ellos es el párroco de la Basílica de San José de Flores, Martín Bourdieu, que entró al seminario en 1998 y así conoció a Jorge Bergoglio, que acababa de ser nombrado arzobispo de Buenos Aires. "Nos acompañó durante todos esos años de formación. Primero me nombró sacerdote, después párroco y caminó junto a nosotros hasta que lo eligieron papa", cuenta.

En uno de los costados de la basílica un confesionario de madera recoge en una placa que allí, "el 21 de septiembre de 1953, Jorge Mario Bergoglio siguió el llamado de Dios para ser sacerdote". A unos metros de allí, el párroco de la basílica deja de lado la organización de la inminente misa en honor al papa Francisco que está por celebrarse, y toma asiento para describir a quien fue su mentor.

"Era muy sencillo, muy simple, muy intuitivo, muy inteligente y muy valiente. Un hombre de una profunda oración, de una intimidad muy profunda con Dios. Un líder para todos", detalla.

"Transmitió los valores de una Iglesia cercana a la gente, abierta, en actitud de escucha y misericordiosa especialmente con los que más sufren".

Sus doce años de pontificado dejan un gran legado a la Iglesia del mundo, valora Bourdieu con un tono de pesadumbre. "Para nosotros es una gran responsabilidad continuar con todo lo que nos ha transmitido durante todos estos años".

Francisco también generó un cambio de paradigma en la Iglesia Católica. "Es una Iglesia con un estilo mucho más cercano y sencillo, con un lenguaje más próximo a la gente común, y con una sensibilidad especialmente dedicada a los que sufren, a los pobres, a los más marginales", añade el párroco.

El Vaticano, con sus intrigas de poder, debió ser nido de confabulaciones y sinsabores, con los consiguientes disgustos para el pontífice, "pero era un hombre muy libre, estaba seguro de lo que quería, y no le afectaba tanto lo que dijeran de él", asegura el sacerdote.

"Cuando murió mi padre, él enseguida se hizo presente y me escribió una carta muy linda. Era muy paternal, y siempre tenía un sentido del humor muy agudo, muy fino. Estuvo cerca de todos nosotros ante cualquier necesidad. Ante la enfermedad de cualquier sacerdote, él siempre estaba allí. Ése es nuestro recuerdo con él", completa.

UN VIAJE

En aquel templo que descubrió su vocación sacerdotal impartía sus homilías Bergoglio, según atestiguó la pintora Mercedes Fariña, creadora de una serie pictórica de nueve cuadros en homenaje a su pontificado, de los cuales una copia reposa en la Basílica, y los otros ocho, que muestran las devociones de Francisco, descansan en el Museo Eclesiástico de la catedral de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires (este).

"El primero de todos ellos se lo regalé, y él me lo agradeció en una carta de puño y letra que me mandó a mi casa en mayo de 2013", evoca esta argentina. "A partir de ahí la Nunciatura gestionó mi viaje para que se lo entregara en persona, y eso hice en septiembre de aquel año".

Los recuerdos le producen un estremecimiento y un temblor en la voz. "Bendijo a mi hijo, a mí, y en nuestro intercambio, me agradeció el retrato; dijo que estaba muy emocionado, muy contento. Le llegó al corazón, porque alguien de su país, de su ciudad y de su barrio que pinta arte sacro le dedicó un homenaje pictórico".

Conmovida se muestra esta mujer por haber conocido de primera mano a quien fue tan importante en su vida. "Me permitió vehiculizar a través de mi arte todo lo que hizo él por la humanidad", resume.

UN HOMBRE

En la capilla de Nuestra Señora de la Misericordia, a pocos metros de la casa donde vivió su infancia, Bergoglio impartió su primera misa como sacerdote. Y en el colegio aledaño, asistió a sus primeros años como escolar.

"Él tenía, como todo niño, sus juegos, su forma de ser. A petición de la familia, la hermana Dolores lo preparó para la comunión, que tomó en nuestra capilla un 8 de octubre, y después para la confirmación. Aquí también estudiaron sus hermanas. Siempre le quedó un apego especial y cariño por esta casa", rememora la hermana Teresa.

Es por eso que "su primera misa, que es muy importante para los sacerdotes, la hizo en la capilla de Nuestra Señora de la Misericordia", observa esta religiosa, ya anciana. "Mientras fue vicario, obispo de Flores, venía cada 8 de octubre a celebrar con nosotros, porque además vivía la hermana Dolores, que era su maestra y catequista. Cuando falleció y la velamos en la capilla, él se quedó junto a ella rezando. Le pregunté si deseaba tomar algo y respondió: "no, quiero estar junto a mi maestra".

Cuando llegaba abril, Bergoglio solía reunirse con todas las religiosas de la arquidiócesis. "Tomaba algún documento de la iglesia, algún tema que quería que viviéramos de boca de él, y abría el diálogo: nos preguntaba cómo nos sentíamos, si queríamos preguntarle algo. Era muy cercano, y luego celebraba la misa con nosotras".

En sus visitas mostraba especial cercanía con una monja ya fallecida, Javiera, del que era su confesor. En aquellas ocasiones le gustaba mucho tomar té, detalla la hermana Teresa. "Hasta él mismo se lo hacía: 'Dejame que yo lo preparo', decía".

La sencillez y la cercanía eran sus características principales, afirma la religiosa. "Si bien era una persona seria, compuesta y con autoridad, tenía un afecto natural por el otro. Conversaba mucho con nuestra superiora, la hermana Marta. Cuando la capilla cumplió el 12 de noviembre de 2012 los 75 años de su consagración, él celebró con nosotras, y al poco se fue al cónclave. Así se despidió de esta casa".

Hombre austero, Bergoglio es recordado entre aquellas paredes con su tradicional portafolio negro, su abrigo, su sotana negra, y sin el solideo, el casquete que portan en la cabeza algunos eclesiásticos de jerarquía. "Caminaba como cualquier sacerdote en medio del pueblo de Dios", acota la hermana Teresa.

Tal era su sencillez, que "cuando fue nombrado papa, nos contaban los sacerdotes que llamó a Buenos Aires pidiendo medicamentos y ropa, porque se había ido al Vaticano con lo justo", menciona.

Ya tenía más de 75 años y Bergoglio había empezado a pensar en dejar su arzobispado, por lo que se había armado en el hogar sacerdotal una habitación. Pero al ser ungido como sumo pontífice, "llamó allí por teléfono y les dijo: "bueno, ocupen la habitación porque yo ya no voy a poder ir", describe la religiosa.

Esas salidas "tan lindas de cercanía", en sus palabras, quedaron plasmadas también en su decisión de instituir en toda la Iglesia la celebración de la Jornada Mundial de los Abuelos y de los Mayores. "Él tenía a su abuela a la que quería muchísimo", asegura.

Bergoglio también se mostró "atento a la humanidad". Alguna dificultad tenía en una de sus rodillas que le hacía renguear. "La hermana Marta decía: "bueno, monseñor, le busco un taxi, lo lleva alguien para volver a la curia, al centro", y él: "no, no, de ninguna manera". Y se iba en ómnibus (autobús) o en subte(rráneo), y sacaba su boleto, como todos".

Esa cercanía fue la que le llevó a sobreponerse y cumplir con su último rito, privativo de los papas: la bendición urbi et orbi (a la ciudad [de Roma] y al mundo', en latín). Y en la homilía que antecedió este gesto, leído en su nombre, "pidió por la paz de cada lugar en la que había guerra, lo que realmente emociona".

La hermana Teresa se reconoce impresionada al recordar una anécdota más. Consultado hace unos días cómo estaba viviendo la Pascua, Francisco respondió la verdad. "Como puedo", confesó. "Manifestó siempre su humanidad, como papa abierto y ecuménico que fue, porque conversaba y hacía oración con todos. Realmente movilizó a la Iglesia. Ojalá el cónclave continúe con esa linda visión que él abrió para la comunidad".

Se ha muerto un papa para el mundo, pero hay un barrio que se reconoce huérfano ante la ausencia definitiva de un hombre singular que transitó sus calles como un vecino más.
 

* Artículo publicado el 21 de abril de 2025 en la Agencia Sputnik.

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