Tres barcos de Japón se dirigen al Pacífico Norte para
llevar a cabo su “programa científico”. En esta entrevista Greenpeace explica qué hay detrás de esta cacería que mata de
promedio dos mamíferos al día
En Japón
comienza ahora la temporada de caza, y tres flotas balleneras se dirigen ya
hacia el Pacífico Norte. Dicen querer estudiar el ADN de estos mamíferos y el
contenido de los sistemas digestivos. Para no encontrarse con ningún obstáculo
en el camino, desde 2010 el Gobierno ha reforzado la protección de los flotas
para asegurarse de que grupos ecologistas como el grupo Sea Sheperd no
boicoteen la cacería.
La Comisión
Ballenera Internacional (CBI) es un organismo creado en 1946 por una docena de
países cazadores. Su estatuto, la Convención
Internacional para la Regulación de la Caza de
Ballenas (ICRW), admite la captura de ballenas con “fines científicos”, lo que
ha permitido que desde aquella fecha hasta ahora, y bajo este rótulo, más de
16.000 ballenas hayan sido asesinadas, según la organización ecologista más
grande del mundo, World Wildlife Fund (WWF).
El primer país que se aprovechó de este
artículo fue Japón en 1987, un año después de que la CBI estableciera una
moratoria en la caza de ballenas con propósitos comerciales. Pero ha sido el
mismo organismo en reconocer al final que el programa de "caza
científica" japonés "no satisface necesidades críticas de
investigación para el manejo de la caza ballenera en el Océano Austral”.
“Japón
utiliza un hueco legal para argumentar que la caza es científica, pero la carne
se vende después en los mercados de Japón, y se distribuye de manera gratuita en escuelas primarias para
contrarrestar la disminución del consumo”, explicó Milko Schvartzman, coordinador en Greenpeace de la campaña
Océanos en América Latina
En este país
hay todavía carne de ballena almacenada de la temporada 2010-2011. “Japón se fija al año una cuota de unas
1200 ballenas. Pero el año pasado no alcanzó ese número”, cuenta
Schvartzman. “Las flotas ha sido reducidas por problemas económicos. La que
ahora se encamina al Pacífico Norte ha salido con tres barcos, dos arponeros y
el tercero almacenero, mientras que el año pasado fueron con cuatro”.
Según este
activista, al año se capturan unas 1.400
ballenas en todo el mundo: Noruega e Islandia cazan unas 700, mientras que
Japón mata unas 500-600. El país nipón se ha propuesto ahora cazar en el
Pacífico Norte 260 ballenas de cuatro especies diferentes,
entre las que se encuentra el cachalote (la especie de Moby Dick). Durante el
verano austral de 2011, Japón estableció
como meta cazar unos 850 ejemplares en la Antártida. Dada la poca
rentabilidad que ofrece para el sector privado, el Gobierno de Yoshihiko
Noda se encarga de mantener viva esta práctica con fondos públicos del Estado, y el año pasado llegó al punto de
desviar 30 millones de dólares de un fondo destinado a las víctimas del tsunami
del 11 de marzo para reforzar la seguridad de la flota contra organizaciones
ecologistas.
La cacería de
ballenas, en realidad, ya no tiene muchos adeptos en Japón. “Japón es el país que más impulsa la caza de
ballenas en el mundo, es el que más ejemplares distintos captura y además
lo hace en aguas internacionales, de acuerdo a su política imperialista” añade Schvartzman.
“La política del Gobierno es mantener esta industria, aunque ya no sea
lucrativo”.
La
posibilidad de frenar la caza de ballenas tiene en Panamá, este mes de junio,
grandes esperanzas de concretarse en la decimosexta reunión de la CBI. El
bloque latinoamericano, compuesto por Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, México, Panamá, República Dominicana, pretende conseguir el 75% de los votos para crear un santuario que proteja a las
ballenas desde el Ecuador hasta la Antártida, lo que abarca todo el Atlántico
sur desde África a Sudamérica.
Para lograrlo,
tienen que luchar contra otra práctica a la que recurre Japón, y que consiste
en comprar los votos de países miembros
a cambio de ayudas económicas. “Lo
que hace el Gobierno de Japón desde hace una década es comprar el voto a
pequeños países en desarrollo para conseguir su apoyo”, desvela el coordinador
de Greenpeace, “comopor ejemplo, Mongolia que ni siquiera tiene salida al mar.
Japón tiene cooptados unos 20 países
en total, según Schvartzman.
En 2010, su avidez por recabar respaldos de cualquier manera le estalló en las
manos. En Marruecos, una semana antes de que comenzara la reunión anual del
CBI, el diario Sunday Times consiguió
que funcionarios de algunos países miembros del organismo – como Costa de Marfil, Guinea, Granada, San Cristóbal y Nieves, Kiribati e Islas Marshall– admitieran que habían sido sobornados por Japón con dinero en contante y con prostitutas.
Naciones como
Nicaragua, Panamá y Guatemala ya
retiraron su apoyo al archipiélago, pero quedan otros de la costa de África
y seis caribeños (Antigua y Barbuda, Granada, San Vicente y las Granadinas, san
Cristóbal y Nevis, Santa Lucía y St. Kitts) que pueden
paralizar el santuario.
Sufrimiento y agonía
La caza de
ballenas “involucra un sufrimiento prolongado e intenso”, a juicio de la
Sociedad Mundial para la Protección Animal (WSPA). Se comienza persiguiendo al
animal durante horas, hasta que la ballena reduce la velocidad por puro
cansancio. Es entonces cuando los cazadores disparan un arpón con carga
explosiva.
Esta arma,
inventada por un cazador de ballenas noruego a finales del siglo XIX, alcanza
el cuerpo del animal y se introduce a una profundidad de unos 30 centímetros.
Después detona. Debido al pánico de la ballena, y al oleaje del barco en el
océano, es “casi imposible lograr un solo tiro letal”, en palabras de WSPA. “Es
difícil que el arpón mate al instante”, sentencia la ONG.
Por eso se
remata la faena con otro tipo de arpones y con disparos de rifle. Después
los cazadores remolcan el animal hasta su barco. “A menudo, los cazadores
alegan que las ballenas mueren en un lapso de dos minutos. La WSPA tiene
pruebas de que la agonía de la muerte puede durar más de una hora”, concluyen.
* Reportaje publicado el 22 de mayo de 2012 en el portal de noticias Infobae América.
terrible
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