viernes, 10 de marzo de 2017

Violinista Nicolás Chumachenco asegura que ésta es “la era de la mujeres”


El prestigioso violinista de origen polaco Nicolás Chumachenco, de visita en Argentina, aseguró en una primicia exclusiva con este medio que las mujeres están destacando en la música a fuerza de interés y tenacidad en el mundo artístico.

“Estamos en la era de la mujer”, afirmó Chumachenco.

Las mujeres, “esa palabra tan simple y sin embargo tan misteriosa”, acotó el músico, comienzan a abrirse camino con una gran tenacidad.

“Cuando doy un curso, el 95 por ciento de los alumnos son mujeres, al punto que de vez en cuando aparece un varón como perdido, y uno se pregunta si se equivocó”, comentó divertido.
Todas las alumnas famosas de su hermana, la violinista Ana Chumachenco, son mujeres, al igual que la mayoría de sus estudiantes.

“Son las que más estudian, las más preparadas, las que más se interesan en crecer como músicos; es algo común que sucede también con mis colegas”, indicó.

Porque para crecer como artistas “uno tiene que crecer como persona, y formarse a sí mismo significa decir poner interés en todas las manifestaciones del ser humano”, reflexionó el intérprete.

Ésa fue la única sugerencia que recibió con tan sólo doce años el pianista Vladimir Horowitz cuando el legendario compositor ruso Alexander Scriabin accedió a escucharlo.

“Scriabin sólo le recomendó fue que aprendiera todo lo que pudiese, y Horowitz lo hizo, así como (el violinista Jascha) Heifetz, que tenía en su estudio toda una estantería llena de libros hasta el techo”, recordó Chumachenco al rememorar sus clases magistrales con el artista lituano en Estados Unidos.

VÍNCULO CON ARGENTINA

Nacido en Polonia el marzo de 1944, Chumachenco llegó a los 4 años a la provincia de Tucumán (oeste), donde tras la II Guerra Mundial, sus dos progenitores encontraron refugio como músicos en la recién creada Orquesta Sinfónica de Tucumán.

Su madre era violista, y su padre, además de ser violinista, fue primer profesor con el que se instruyó el por entonces joven artista.

La de Tucumán “era la mejor orquesta de Argentina en aquellos tiempos, porque allí se refugiaron concertistas alemanes, húngaros, italianos, polacos y rusos”, aseguró Chumachenco.

De carácter humilde, el músico admitió que le incomoda ser catalogado del mismo modo: como uno de los violinistas más sobresalientes del siglo XX.
“Es una exageración que no me gusta”, manifestó.


RELACIÓN CON RUSIA

La relación del músico con Rusia se ha dado principalmente a través del idioma, dado que el ruso es su lengua materna, la que hablaba con sus padres, ucranianos de la región de Zarinsky.

Cuando la URSS colapsó en 1989, “todos los maestros que podían salían de Rusia, lo que conllevó que la juventud emigrara también, especialmente a las universidades alemanas de música, que eran muy deseadas”, detalló.

Además de conservar su primer idioma con algunos alumnos que estudian con él en Friburgo, Chumachenco ha visitado Rusia en dos ocasiones: una tras ganar el afamado concurso internacional de Tchaikovsky en Moscú, y otra como solista, años más tarde, con la Orquesta de Cámara de Zurich.

El músico tiene hoy la nacionalidad suiza, país en el que vivió 25 años, y también la alemana, donde se desempaña como catedrático de violín en la Escuela Superior de Música de Friburgo.

No es casual la elección de este último país, según explicó.

Alemania es un sueño para la cultura, afirmó el artista, por ser “el ejemplo más perfecto y más antiguo de lo que quiere decir la música clásica arraigada en la cultura del pueblo”.

“Para los alemanes no es resulta extraño que el Estado financie las orquestas con el dinero de los contribuyentes, a diferencia de en Estados Unidos, donde la financiación es sólo privada, y si una fuente de ingresos deja de fluir, la orquesta desaparece”, expresó.

Aunque en Alemania también hay problemas económicos que ha desencadenado una paulatina fusión de distintas orquestas, “estamos hablando de una capital, Berlín, en la que todavía hoy hay cuatro compañías óperas y siete orquestas de primer nivel”.

En el resto de los países de Europa, ya sea Francia, Italia o España, donde Chumachenco ejerce como director y solista de la Orquesta de Cámara Reina Sofia, “es salir de las capitales y darse cuenta de que lo que ganan los músicos en las orquestas es ridículo”, lamentó.


MÚSICA COMO INSTRUMENTO DE INTEGRACIÓN SOCIAL Y HUMANÍSTICA

“Hace 60 años aparecían artículos en los diarios especializados de música que se preocupaban porque parecía que las orquestas iban a desaparecer a falta de gente, mientras que hoy para un puesto vienen 2.000 jóvenes fantásticamente bien preparados, y luego se las tienen que rebuscar”, reflexionó.

En ese sentido, “la vida es mucho más dura para la juventud que hace 50 años”, sostuvo.

En todas las manifestaciones del espíritu del ser humano, “ya sea cultura, pintura, o música, uno ve que conlleva un esfuerzo el tener que descubrir”, añadió Chumachenco.

Por eso tienen una especial relevancia los proyectos artísticos que se llevan a cabo en países como Venezuela, Argentina y Uruguay para acercar la música clásica a jóvenes de pocos recursos que en muchos casos viven en barrios carenciados.

El gran exponente de estos programas de educación es el venezolano José Antonio Abreu, fundador en 1975 de la Orquesta Nacional Juvenil y del Sistema Nacional de Orquestas Sinfónicas Juveniles e Infantiles de Venezuela que integran en la actualidad más de medio millón de niños y adolescentes de todo el país.

“Este hombre revolucionó muchas cosas con una gran virtud, así que es algo que podrá llevarse con mucho orgullo a la otra vida, porque su trabajo mereció la pena”, alabó el polaco.

También su amigo Rolando Prusak, a quien debe en gran parte su visita a Argentina, desarrolla un proyecto similar en asentamientos precarios de Buenos Aires.

Este violinista trasladó a su país natal una idea que desarrolló durante doce años como director artístico del Conservatorio Superior de Aragón (noreste de España) para perfeccionar el aprendizaje de jóvenes formaciones orquestales, un “proyecto increíble”, en palabras de Chumachenco.

“Yo lo viví, porque iba todo el tiempo a dar clases maestras, así como otros solistas de las Orquesta de Berlín, de París o de Viena, y vi cómo consiguió transformar el conservatorio hasta que hubo un cambio de Gobierno y despareció todo como si nunca hubiera existido”, lamentó.

En definitiva, concluyó el artista, este tipo de experiencias enseñan “qué fácil es destruir, y qué difícil es crear”, también en la música.


CONCIERTOS EN ARGENTINA

Chumachenco, que llegó al país el pasado jueves, ofrecerá tres conciertos durante su estadía.

El primero será el próximo viernes en el Centro Cultural Kirchner de Buenos Aires, donde la Orquesta Sinfónica acompañará al artista, en una función especial en homenaje a su trayectoria, con el concierto para violín de Ludwig van Beethoven.

“Uno se siente honrado, con mucho placer de que eso ocurra, dado que es un hermoso destino poder hacer en esta vida lo que a uno le gusta a hacer, y dado que somos pocos los que tenemos esa suerte”, reconoció.

De este modo vuelve a tocar con esta orquesta con la que a los 14 o 15 años debutó en Buenos Aires junto a su hermana, un año menor que él, tocando el doble concierto de Bach bajo la batuta del director Juan José Castro.

El próximo 16 de marzo en el centro cultural Usina del Arte, Chumachenco se unirá al Buenos Aires piano Quartet, integrado por Fernando Pérez (piano), Stanimir Todorov (cello), Pablo Sangiorgio (violín), y Rolando Prusak (viola) para tocar los dos quintetos para piano de Johannes Brahms y Robert Schumann.

“Son las dos quintetos más grandes que hay, las dos obras clave para esa formación”, evaluó el violinista.

Dos días después, el artista ofrecerá un recital en la provincia de Tucumán, donde transcurrió su infancia y parte de su adolescencia, para conmemorar los 60 años de su primer concierto con la Orquesta Sinfónica de Tucumán, cuando el violinista, con apenas doce años y becado por el Mozarteaum argentino, tocó el segundo concierto de Henryk Wieniawski.

Para esta ocasión, el músico eligió la sonata Primavera de Beethoven, la primera sonata de Brahms, y la tercera de Edward Grieg, todas “de mucho virtuosismo, elegidas por ser las más representativas e interesantes para el público”, manifestó.

A lo largo de su carrera, Chumachenco ha tocado como solista con célebres directores como Zubin Mehta, Ferdinand Leitner, Vaclav Smetacek, Peter Maag, Rudolf Kempe y Wolfgang Sawallisch, además de colaborar a menudo en el Festival Gstaad, fundado por el violinista estadounidense Yehudi Menuhin.(Sputnik)


* Artículo publicado en la agencia Sputnik de noticias.

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