La privatización es un tejemaneje de altos vuelos en España: no hay más que recordar la venta a corporaciones privadas de empresas en su día estatales –Telefónica, Iberia, Tabacalera, Endesa o Argentaria. Por eso no dejan de resultar curiosos los aspavientos políticos que ha originado el interés de la rusa Lukoil por la repentina bien amada Repsol –que en su día también pertenecía al Estado. La inquietud parece provenir por el hecho de que Lukoil sea una multinacional con sede en Rusia (ni siquiera puede decirse que sea rusa como sinónimo de estatal). El revuelo mediático hace presuponer además que Repsol YPF es una empresa española a la cual defender de ciertos compradores extranjeros. Por eso ha intervenido Zapatero, que al principio no mostró excesivo entusiasmo en que Lukoil pudiera comprar el 30% del accionariado de Repsol.
Quizá se explica entonces la entrada en escena del rey, que de acuerdo con el diario Público, llegó a llamar hasta seis veces al presidente del Gobierno para que considerara su postura con respecto a la intervención de la multinacional rusa. La Casa Real, incluso, reconoció la participación del rey como intermediador en la posible compra de Lukoil, según publica el portal Cotizalia. El Palacio de la Zarzuela no tardó mucho en ponerse en contacto de nuevo con la prensa para decir que no, que en realidad el rey no había tenido nada que ver porque ese no era su papel.
Mientras tanto, Zapatero habla de una defensa a Repsol –como si fuera una empresa estatal, primero, y como si alguien la estuviera atacando, en segundo lugar– aunque reconoce que no habrá ninguna intervención del Gobierno para evitar que Lukoil se haga con las acciones que sobre Repsol mantiene la constructora Sacyr Vallerhermoso. Es más: trata de calmar los ánimos diciendo que el 20% de las acciones de Lukoil pertenecen a una compañía asentada en Estados Unidos, para que se tenga en cuenta que la empresa rusa no es tan rusa y que la presencia de capital estadounidense es una tranquilidad para todos.
El miedo surge porque si se llega a concretar la operación, Lukoil pasaría a ser el primer accionista de Repsol. En ese caso, La Caixa rompería con la petrolera el control compartido que mantienen sobre Gas Natural, para evitar que el pulpo ruso se extienda hacia otro recurso estratégico.
A todo esto, surge la pregunta de por qué tanta alharaca en España por el destino de una multinacional –Repsol– que es considerada una de las principales compañías españolas, aunque los negocios se muevan en esferas privadas, y aunque todo ello se produzca en un país, que, paradójicamente, no tiene petróleo.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
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