
Quizá se explica entonces la entrada en escena del rey, que de acuerdo con el diario Público, llegó a llamar hasta seis veces al presidente del Gobierno para que considerara su postura con respecto a la intervención de la multinacional rusa. La Casa Real, incluso, reconoció la participación del rey como intermediador en la posible compra de Lukoil, según publica el portal Cotizalia. El Palacio de la Zarzuela no tardó mucho en ponerse en contacto de nuevo con la prensa para decir que no, que en realidad el rey no había tenido nada que ver porque ese no era su papel.
Mientras tanto, Zapatero habla de una defensa a Repsol –como si fuera una empresa estatal, primero, y

El miedo surge porque si se llega a concretar la operación, Lukoil pasaría a ser el primer accionista de Repsol. En ese caso, La Caixa rompería con la petrolera el control compartido que mantienen sobre Gas Natural, para evitar que el pulpo ruso se extienda hacia otro recurso estratégico.
A todo esto, surge la pregunta de por qué tanta alharaca en España por el destino de una multinacional –Repsol– que es considerada una de las principales compañías españolas, aunque los negocios se muevan en esferas privadas, y aunque todo ello se produzca en un país, que, paradójicamente, no tiene petróleo.
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