Primero en el sur, luego en el noroeste de Afganistán. Las noticias en las agencias se superponían: apenas era publicada la noticia de que un bombardeo de las fuerzas armadas de Estados Unidos había acabado con la vida de 40 civiles que asistían a una boda –y siempre con la coletilla 'la mayoría mujeres y niños'– cuando llegaba otra: al menos siete personas han muerto en la provincia de Bhadgis, aunque el responsable del consejo provincial del distrito Ghormach, en donde se produjo el ataque, eleva la cifra a 30.
Sin embargo, la ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) recuerda que en esta misión que encabeza Estados Unidos con el nombre de 'Libertad Duradera', 1.500 civiles han muerto en los ocho primeros meses de 2008, un 35% más que el año anterior. Desde que se derrocara el régimen de los talibanes a finales de 2001 no se había llegado a tantas muertes civiles como en agosto: 330 personas.
La OTAN también está presente en el país, con la International Security Assistance Force (ISAF), que fue constituida a sugerencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Más de 53.000 soldados componen esta fuerza internacional en la que participan 40 naciones. La ISAF pretende marcar una diferencia con la operación militar 'Libertad Duradera', integrada a su vez por una mayoría de militares estadounidenses (unos 15.000). Pero la realidad es que todos ellos, en total unos 70.000, están bajo el mando de Estados Unidos.
La suma de las muertes de noticias aisladas no cubren la cifra final: más de 4.000 muertos desde que Estados Unidos invadió en el país. Por eso, más que el recuento diario de los bombardeos o ataques que se perpetran contra la población, sería conveniente una mayor cobertura y más análisis de fondo sobre las consecuencias de una ocupación extranjera que ni siquiera con el nuevo presidente de la potencia ocupante tiene visos de terminar.
¿Qué excusa esgrime la coalición liderada por Estados Unidos? Primero, que no tienen conocimiento de ninguna muerte, y segundo, 'que los errores ocurren'. Es entonces cuando el presidente de Afganistán, Hamid Karzai, ha elevado su tono de protesta un poquito más que en ocasiones anteriores. En su primera alocución dirigida al ya presidente electo de Estados Unidos, Karzai reclamó: “Espero que su elección traiga paz y vida a nuestro pueblo y que aporte cambios en su estrategia de guerra contra el terror ”.
Karzai no parece preocupado de que Barack Obama haya anunciado su intención de aumentar el número de tropas en el país.
Karzai no parece preocupado de que Barack Obama haya anunciado su intención de aumentar el número de tropas en el país.
Mientras tanto, los medios de comunicación evitan incluir en el contenido de sus noticias información de contexto que alumbren algo sobre la situación en Afganistán, más allá de comentar un número determinado de muertos por una ofensiva militar que no despierta el más mínimo interés. Desde octubre de 2001, año en que Bush decidió poner en práctica la ocupación que llevaba tiempo deseando, las noticias de muertos en Afganistán son comunes. Tanto, que ya no llaman la atención, como ahora tampoco las de Iraq.
Sin embargo, la ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) recuerda que en esta misión que encabeza Estados Unidos con el nombre de 'Libertad Duradera', 1.500 civiles han muerto en los ocho primeros meses de 2008, un 35% más que el año anterior. Desde que se derrocara el régimen de los talibanes a finales de 2001 no se había llegado a tantas muertes civiles como en agosto: 330 personas.
La OTAN también está presente en el país, con la International Security Assistance Force (ISAF), que fue constituida a sugerencia del Consejo de Seguridad de la ONU. Más de 53.000 soldados componen esta fuerza internacional en la que participan 40 naciones. La ISAF pretende marcar una diferencia con la operación militar 'Libertad Duradera', integrada a su vez por una mayoría de militares estadounidenses (unos 15.000). Pero la realidad es que todos ellos, en total unos 70.000, están bajo el mando de Estados Unidos.
La suma de las muertes de noticias aisladas no cubren la cifra final: más de 4.000 muertos desde que Estados Unidos invadió en el país. Por eso, más que el recuento diario de los bombardeos o ataques que se perpetran contra la población, sería conveniente una mayor cobertura y más análisis de fondo sobre las consecuencias de una ocupación extranjera que ni siquiera con el nuevo presidente de la potencia ocupante tiene visos de terminar.
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