La Justicia argentina condenó ayer a cadena perpetua al
excapitán de marina Alfredo Astiz, también conocido como el “ángel de la muerte, y
a 12 de los otros 17 represores procesados en uno de los juicios que más
expectativa ha despertado en los últimos meses. La razón es que por primera vez
se emitió sentencia en torno a los crímenes cometidos en uno de los centros
clandestinos de exterminio más cruentos del país, conocido como la Escuela Superior
de Mecánica de la Armada
(ESMA).
Han sido casi dos
años de audiencias que han contado con el testimonio de 160 testigos, 79
de ellos sobrevivientes del centro de represión. Este proceso, dividido en tres
tramos para investigar 86 crímenes, incluía los casos del escritor argentino
Rodolfo Walsh, desaparecido en 1977, de las fundadoras de la asociación Madres
de Plaza de Mayo y de las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon,
secuestradas ese mismo año.
Se calcula que apenas sobrevivió un centenar de los 5.000
prisioneros que pasaron por la
ESMA, el centro de represión más grande del país. De los 18
acusados en este juicio, 17 militares y un médico, sólo dos fueron absueltos
en lo que ha sido la primera etapa de esta megacausa, la cual tiene todavía
en trámite otras ocho causas judiciales.
Funcionamiento
Los grupos de tareas encargados de la represión que
trabajaron en el entorno de la
ESMA secuestraban a sus víctimas tanto en la capital de
Buenos Aires como en provincia. El
objetivo, según el Centro de Información Judicial (CIJ), era “interrogarlas
mediante la aplicación de tormentos para obtener nombres, direcciones y otros
datos generales tendientes a desarticular agrupaciones políticas y sociales”.
Después eran asesinadas con una “metodología de eliminación”: o se quemaban los
cuerpos, o se arrojaban al río de la
Plata en los llamados “vuelos de la muerte”.
Astiz, uno de los condenados a cadena perpetua en este juicio, se hizo
conocido por la alevosía con la que se aprovechó de su aspecto angelical para
infiltrarse en grupos activistas de derechos humanos y así señalar a los que
serían después secuestrados. “Las
falsas querellas no nos perdonan que hayamos combatido con éxito a la
subversión”, señaló el “ángel de la muerte” antes de recibir sentencia.
Otro de los sentenciados a la pena máxima fue el ex capitán de fraga Jorge “El
Tigre” Acosta, sobre el que pesaba la decisión final en la ESMA de quién sería torturado
y quién asesinado, y que hasta el día de hoy se considera un combatiente de
guerra.
Los únicos imputados que se bajaron del proceso durante su
transcurso fueron un penitenciario por problemas de salud y el exprefecto
Héctor Febres, envenenado en 2007 con cianuro mientras cumplía prisión
preventiva.
Patricia
Walsh, hija de Rodolfo Walsh, indicó no obstante que la jornada de ayer fue
“histórica”, y destacó que la labor de la Justicia argentina "es la
lucha más digna de la historia reciente de los argentinos".
* Artículo aparecido el 27-10-2011 en el diario español Público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario