"Llegué a España porque tenía 24 horas para irme de Argentina".
Carlos Bosch es un fotógrafo que convirtió su cámara en testigo de la
historia: la de su país y la del que lo acogió cuando tuvo que huir de
la última dictadura argentina (1976-1983). Inquieto por naturaleza, este
argentino se infiltró entre las filas de la Falange y tomó imágenes de sus integrantes como pocas se han visto.
Él fue en Argentina uno de los creadores de Noticias, el diario vinculado a Montoneros
en el que confluyeron personalidades que dieron su propia impronta a
la trayectoria periodística y cultural del país. Allí estaban Miguel
Bonasso, Juan Gelman, Paco Urondo y Rodolfo Walsh, además Horacio
Verbitsky.
"El cura Carlos Mugica (asesinado durante el Gobierno
de Isabel Martínez de Perón) me dijo que también tenía que estar en el
proyecto. Yo no era peronista y menos montonero. Pero el concepto era
hacer un diario popular. He visto llegar a Mario Firmenich (líder del
movimiento guerrillero) con un papel que había que publicar, y se
rechazaba porque Noticias no era
el diario de prensa de Montoneros. Fue mi mejor experiencia laboral,
pero duró sólo un año. La mitad de la gente del diario desapareció, y la
otra se exilió".
Bosch
vive en una casa amplia de techos altos. Nada más entrar, aparece ante
la vista un pinball. "Era para un amigo, al que le gustaba jugar". Una
mesa alargada ocupa el centro de una de las habitaciones. De las paredes
cuelgan algunas fotografías, casi todas en blanco y negro. En dos
estanterías muchísimos libros antiguos se aprietan unos contra otros,
como para desalentar la ojeada intrusa. Bosch se sienta frente a una
mesa donde descansa un gran monitor y enciende un cigarrillo. El
ambiente es mortecino y oscuro. Tiene un habla apresurada, entrecortada
por alguna risa franca, cordial.
"Yo como fotógrafo pensé que
estaba fuera del rollo, pero mi padre era amigo del comandante en jefe
del Ejército, que me dijo: 'Mira, gracias a la amistad que tenemos con
tu padre, mejor te vas'".
Era
1976. "El 19 de noviembre firmé contrato para irme a Venezuela. El 20
murió Franco, y el 21 pedí que me cambiaran el pasaje a Madrid. Entonces
hubo una huelga de pilotos que duró un mes y pico, y me tuve que ir a
un campo de un amigo, de clandestino. Nadie sabía que yo seguía en
Argentina. Así que al final llegué a España el 7 de febrero de 1976. Me
fui con lo que tenía en ese momento. A las 7 am llegué a Madrid, y 12
horas más tardes me tomé un tren para Roma".
Bosch se sincera. La capital no le había gustado. "Tenía un contacto que no se presentó, y además Madrid era gris, gris. Todo el mundo con boina mirando Heidi por
televisión. Yo ahí no me podía quedar. Por lo poco que había visto, no
me pareció que hubiera un movimiento fotográfico que mereciera la pena".
Pero
no llegó a irse de España. El tren hacía escala en Barcelona. "Hice
tiempo en el puerto y en un mapa vi que estaba sentado en un lugar que
se llamaba Bosch y Alsina. Ese día me encontré una marea antifranquista. Vi a un grupo de gente con una bandera amarilla y empecé a hacer fotos.
'Amnistía, libertad', gritaban. Eran los que luego formarían la
Asamblea de Catalunya. Yo exclamé: ‘¡tápese la cara todo el mundo!',
para que se ocultaran el rostro, porque si no iban todos a prisión. Es
lo que hacíamos aquí.".
Aquellas fotos salieron en El Correo Catalán. En Madrid, Cambio 16
le ofreció el puesto de jefe de fotografía, pero él pidió la
corresponsalía en Barcelona. Aquel fue su primer trabajo fijo en España.
"Como
freelance, decidí entrevistar a quienes pensaba podían ser futuros
presidentes de Catalunya. Entrevisté a Jordi Pujol, quien me dijo
'Catalunya será libre si la banca catalana es fuerte'. Le hice una foto
muy especial que mandé a The Observer con la semblanza de quien pensaba que podía ser el futuro presidente. Me mandó llamar Pujol y fui su fotógrafo personal durante tres años. Me propuso trabajar en un periódico. Le pregunté cuál iba peor: El Correo Catalán,
me dijo. 'Bueno, yo entro si me dejan la portada para mí'. Y accedió.
Yo hacía fotos que no hacía nadie. Y aquello empezó a crecer".
Un
día caminaba por Madrid cuando vio un anuncio en la calle con el que la
Falange convocaba una manifestación en Paracuellos. Tres autobuses
contratados por la Falange salían hacia allí. "Cuando subí a uno de
ellos, me di cuenta de que todo el mundo me empezó a mirar las tres
cámaras que llevaba colgadas. 'Mmm, esto va mal', pensé. Me senté atrás
del todo, para que, si llegaban a pegarme, sólo pudieran hacerlo desde
un lado. Entonces llegaron cuatro tipos, uno con bate de béisbol
(Servicio de Orden, los llamaban) y me increparon. Ahí les contesté: 'Mi
padre es un combatiente de la Batalla del Ebro, falangista de toda la
vida, y tiene un cáncer terminal, así que pensé que si le llevo un
recuerdo de esto, se va a alegrar'. '¡Camarada!', me dijeron contentos.
Me salió redondo. Además los fachas son así, les encanta agrandar el macho".
Sintió
no obstante que había dos personajes que desconfiaban. "Me levanté
entonces y los exhorté: '¡Todo el mundo a cantar el Cara a Sol!", que yo
conocía porque había un curo pedófilo que nos la había enseñado en la
escuela cuando era pequeño. Fue eso lo que decidió que yo me quedara con
ellos".
Cuando llegaron a Paracuellos, Bosch buscó al secretario de prensa de Fuerza Nueva (publicación de la fuerza falangista) y le propuso convertirse en su fotógrafo oficial.
'Yo te hago las fotos y te mando un juego. Ahora, no sé dónde más se
van a publicar, porque yo las vendo a una agencia francesa que las
distribuye'. El secretario aceptó.
Bosch cubrió durante más de dos años los actos falangistas.
Manifestaciones en homenaje al almirante Luis Carrero Blanco, los
aniversarios del 20-N en el Valle de los Caídos, y hasta una reunión a
la que asistió el presidente del partido ultraderechista MSI Giorgio
Almirante y Blas Piñar (el referente de ultraderecha que fundó Fuerza
Nueva).
"Luego
me dediqué a ficharlos. Como ya era de confianza, me ponía tres o
cuatro etiquetas de Fuerza Nueva y con otro fotógrafo les pedía sus
datos personales y les hacía una foto". El País
llegó a publicar unos 100 retratos de aquellos. "Hubo un coronel del
Ejército que fue a recibir a Almirante al aeropuerto, y los saqué
abrazándose. Gracias a eso, al coronel lo rajaron del Ejército".
Bosch
comenzó a sentir pesado el terreno que pisaba cuando lo invitaron a
Núremberg, Alemania, para visitar al nazi de las SS Karl Heinz Hoffman,
que tenía un club deportivo y social y estaba entrenando a un grupo de
mercenarios para invadir Laos. "Cuando volví, me di cuenta de que no
podía publicar el reportaje porque iba a servir de efecto llamada. Me
habían utilizado de propaganda. Por más titular que le pusiera, iba a
funcionar a favor".
Durante aquel tiempo, el argentino seguía
viviendo en Barcelona pero viajaba a Madrid para fotografiar a los
falangistas. Fue editor gráfico de Primera Plana, confundador de El Periódico de Catalunya y más tarde, jefe de fotografía de Interviú. "Para mí era un trabajo de militancia: neutralizar las minas en bolas con fotos de denuncias antifranquistas. Era la búsqueda de a quién podíamos joder. Ni el rey podía decir nada frente a eso".
Luego se fue del grupo Zeta para trabajar en El País,
cuando abrieron la edición en Barcelona. "Entonces llegamos a un
acuerdo de que iba a hacer portadas de Barcelona que estuvieran en todas
las ediciones. Había un problema con Pujol, que quería que en Catalunya
El País saliera al menos la
mitad en catalán. Yo pregunté cuál era la política, y me dijeron que
anti-Pujol, y yo lo conocía como nadie. Él es alérgico y toma
fenobarbital por la mañana, así que a las 11 se queda dormido. Así
conseguí la famosa foto que ganó el premio de prensa Wordpress Photo: el
tipo durmiendo en un acto militar".
Bosch dice que aquel fue el
día más feliz en su vida como fotógrafo. Aquella foto se publicó cuando
se celebraban los 1000 días de Pujol. El director adjunto de El País
en Barcelona en aquel momento, Antonio Franco, recorría los pasillos
del diario asustado, pensando que tenía que renunciar por culpa de una
fotografía. "Que yo hiciera irse a un director de un diario por una
foto", recuerda Bosch, y ríe. Pero se terminó yendo él, fichado por el
director del diario Juan Luis Cebrián para ir a Madrid.
En aquel momento de su vida fue cuando se terminó su etapa de infiltrado entre los falangistas.
Era 1980, y todo ocurrió cuando asistió a una manifestación en
Barcelona. "Unos falangistas habían metido una bomba en la redacción de
una revista de izquierda y mataron a un portero. Entonces se
manifestaban los fascistas y los del Partido Socialista Unificado de
Cataluña (PSUC). La poli estaba en medio. Del otro lado los falangistas
me descubrieron: '¡Ése es el hijo de puta!', gritaron. Vinieron a por mí
y me pegaron. Ahí me abrí. Me habían identificado como el fotógrafo
traidor que publicaba las fotos. Hicieron un análisis de todo el
material y se dieron cuenta de que era un infiltrado".
En
1987 hizo un paréntesis y se mudó a Luxemburgo. No volvió a Madrid
hasta 1999, cuando lo contrataron como subdirector de la agencia Cover.
De aquel período rememora una anécdota muy curiosa que involucra a la
familia real. "Salió una noticia de los caballeros de la orden de no sé
qué, quienes iban a hacer una ceremonia en Portugal para nombrar a
alguien en un monasterio con el juramento de la espada. Se supone que
también iba a ir también la que en ese momento era novia del príncipe
Felipe. Cuando fui allí, me encontré a todos los caballeros vestidos
como en la Edad Media y llevaban el escudo de la Falange. Yo había
montado un operativo para sacarle fotos a la novia en cuestión. Me puse
detrás de ella, hice que me llamaran al móvil, el cual tenía el volumen
al máximo. Cuando aquello empezó a sonar, ella se dio la vuelta, y ahí
la escraché".
Bosch no sintió miedo de rodearse de falangistas. Sí, quizás, de lo que transmitían. "Me infiltré porque tenía una importancia la permanencia de aquello.
Yo estaba haciendo algo que tenía que quedar. Por eso cuidé mucho el
archivo y busqué muchos nombres para identificarlos. Me pareció que
tenía la posibilidad que no tenían otros de hacer este documento".
Hace
siete años que Bosch regresó definitivamente a Argentina. Hoy mira
hacia España, y le queda la sensación de que todos aquellos que él
fotografió están hoy reciclados en los ministerios. "¿Qué pasa en España
con el PP como consecuencia de todo esto? Los militantes de verdad del PP están adentro de la Falange. Son los cochorros.
Rajoy seguirá hasta donde pueda llegar. La mujer de Aznar es de Cristo
Rey, un grupo de presión. Otros son del Opus Dei, pero todos piensan lo
mismo a nivel político. La hija de Mussolini también está intentando
hacer lo que puede en Italia, como Le Pen en Francia. Ellos creen que
tienen el poder. Están ahí".
* Artículo aparecido el 1 de diciembre de 2014 en el diario español Público.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
ENTREVISTA - Ministra de Seguridad de Argentina sostiene que el país necesita un cambio de fondo
La designada ministra de Seguridad y excandidata presidencial argentina Patricia Bullrich aseguró el domingo en esta entrevista que el paí...
-
El cónclave del grupo de los 20 países industrializados y emergentes (G20) concluyó en Buenos Aires sin disturbios que re...
-
Quedó en claro la magnitud de la crisis social y de representación que existe en Argentina con las elecciones primarias que celebró el paí...
-
El Senado argentino sancionó este jueves una controvertida ley que declara de interés público la producción, distribución y comercializac...
No hay comentarios:
Publicar un comentario