El fiscal responsable de investigar el atentado de la
mutual judía AMIA falleció hace más de cuatro años sin que la Justicia
haya podido determinar de manera fehaciente cómo perdió la vida.
Este magistrado, conocido por su ensañamiento contra
la exjefa de Estado, ha emitido hasta el momento cinco procesamientos
con pedidos de prisión preventiva contra Fernández de Kirchner, que está
protegida por sus fueros parlamentarios como senadora. En un escenario
que tiene por contexto un país con una inflación del 51 % interanual y
una crisis económica que tiene a uno de cada tres argentinos sumidos en la pobreza, la exmandataria no ha dejado entrever todavía si se presentará a las elecciones presidenciales del 27 de octubre.
* Artículo aparecido el 20 de marzo en el diario español Público.
El pasado lunes fue hallado sin vida Osvaldo Raffo,
reconocido como una eminencia de la medicina forense en Argentina. Con
más de 20.000 autopsias en su haber, el prestigioso perito concluyó en
2015 que el fiscal especial Alberto Nisman había sido asesinado.
Con 88 años, fue encontrado muerto de un disparo en la cabeza en la
bañera de su casa de San Martín, en la provincia de Buenos Aires.
Raffo, que vivía solo, había dejado dos notas, una para su cuidadora. “Silvia, no te asustes. No subas Sola. Dios te guarde”. El
segundo escrito era para el “sr. juez”. "No soporto más los dolores que
me aquejan. No se culpe a nadie de mi muerte. Dios me perdone",
señalaba en la despedida que fechó el pasado domingo. La policía de la
Comisaría 8ª de San Martín, interviniente en la investigación, señaló en
su informe que el arma que utilizó Raffo era un revólver
“presumiblemente calibre 38”.
La noticia de su presunto suicidio saltó enseguida a
los medios nacionales, puesto que tras ser convocado como perito de la
querella por la expareja de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado,
intervino en el informe que avalaba la teoría del homicidio en relación a
la muerte del fiscal fallecido.
El caso, en principio, no tiene mayor trascendencia
con la causa que investiga a su vez el fallecimiento de Nisman, que
entre 2005 y hasta su muerte fue el responsable de la Unidad Fiscal de
Investigación responsable de esclarecer el atentado de 1994 a la sede de
la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en Buenos Aires, que causó 85 víctimas.
Cuatro días antes de morir, el 14 de enero de 2015, Nisman acusó a la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner de encubrir el atentado para proteger a funcionarios iraníes acusados
por la justicia argentina de estar detrás del ataque. Ese
encubrimiento, según el fiscal, se había realizado a través de un
Memorándum de Entendimiento firmado en 2013 con el Gobierno de Mahmud
Ahmadineyad, aunque el documento nunca entró en vigor porque no fue
ratificado por el parlamento iraní y además fue declarado
inconstitucional por la justicia argentina.
Nisman fue hallado sin vida de un tiro en la sien detrás de la puerta cerrada de su baño el 18 de enero de 2015, un día antes de que el fiscal tuviera que defender su denuncia ante el Congreso.
Una autopsia realizada en 2015 por los 13 miembros del Cuerpo Médico
Forense no observó indicios de la participación de una segunda o tercera
persona en la muerte del fiscal, y concluyó que no había pruebas para
sostener la hipótesis del homicidio.
Periplo judicial
Sin embargo, tres años después la justicia consideró probado que fue un asesinato,
según defendió en junio de 2018 la Cámara Federal de Argentina,
confirmando el punto de vista del juez federal encargado del
caso. Julián Ercolini, nombrado por la Corte Suprema para investigar la
muerte del fiscal, recibió en septiembre de 2017 un informe de
Gendarmería en el cual se sostenía que Nisman fue golpeado por dos personas, drogado con ketamina y posteriormente asesinado.
Tres meses después el magistrado procesó al informático que trabajaba con Nisman, Diego Lagomarsino,
como partícipe necesario de su homicidio por haberle prestado el arma
con que perdió la vida, y a los cuatro policías que debían escoltar el
fiscal como coautores del delito de violación de deberes de funcionario
público y encubrimiento agravado.
Procesado y con tobillera electrónica, Lagomarsino
aguarda el juicio oral como principal sospechoso del expediente. Entre
tanto, la jueza Arroyo Salgado sorprendió en diciembre del año pasado al
desvincularse de la querella judicial y al desligar también a sus
hijas. El cuarto aniversario del fallecimiento del fiscal, en enero de
este año, se abrió paso por primera vez en medio de un inusual silencio. El principal homenaje se celebró desde Israel con la madre del fiscal, Sara Garfunkel.
Desde Argentina, sólo habló con claridad el periodista Pablo Duggan, autor del libro ¿Quién mató a Nisman?.
“Nadie, en 4 años de investigación, ha podido demostrar cómo alguien
pudo entrar a un departamento cerrado por dentro”, sostuvo en una
entrevista reciente en radio Del Plata. “Nadie puede explicar cómo
entraron al edificio, después al departamento y por último, cómo
hicieron para dejar el cuerpo de Nisman obstaculizando por dentro la
entrada del baño. 'Estoy hecho mierda', le dijo el propio Nisman a su
exmujer unos momentos antes del suicidio".
Sí, Nisman se quitó la vida víctima de su propia
paranoia, afirma Duggan. "'Nisman era un empleado del (espía) Jaime
Stiusso, que siempre manejó la causa AMIA a su gusto, para complacer al
Estado de Israel y a la derecha norteamericana. Lo que quería Stiusso
era utilizar la denuncia una vez que Cristina se fuera del poder.
Stiusso no quería denunciarla mientras estuviera en el Gobierno. Stiusso
se enojó con Nisman porque se cortó solo con la denuncia. Y no lo
atendió nunca más a Nisman", sostiene.
La denuncia de Nisman contra la expresidenta también tuvo su propio trajín judicial pero hoy es la base de una causa contra Fernández de Kirchner por encubrimiento que lleva adelante el juez federal Claudio Bonadío, y que ya ha sido elevada a juicio oral.
* Artículo aparecido el 20 de marzo en el diario español Público.
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