Darío Rivas, en abril de 2015. (A.D.P) |
Hace nueve años, el 14 de abril de 2010, Darío
Rivas presentó en el Juzgado Nacional en lo Criminal y Correccional
Federal nº 1 de Buenos Aires una denuncia particular para que comenzara
una investigación sobre los crímenes del franquismo en base al principio de justicia universal reconocida por la Constitución argentina.
No fue un periplo fácil, pero este querellante abrió un proceso judicial que ha contribuido a que en los últimos años la memoria histórica sea un eje trascendental de
la política nacional española. La causa que impulsó este gallego llevó a
que la jueza argentina María Servini de Cubría, instructora del
expediente, imputara y ordenase la detención de una veintena de excargos
franquistas. Entre ellos se encuentra el exministro Rodolfo Martín Villa, quien asegura que viajará en septiembre a Buenos Aires para declarar ante la magistrada argentina.
Darío Rivas vivió a través de un anhelo: el de conseguir justicia para su padre,
Severino Rivas, fusilado 'por traición a la patria' el 29 de octubre de
1936, tres meses después de asumir como alcalde del ayuntamiento de
Castro de Rei, en Lugo. "Lo hago todo por mi padre", llegó a decir en
una ocasión.
En
un viaje al pueblo lucense de Portomarín en 2004, Darío Rivas descubrió
a través de una charla casual con una lugareña que dos hombres durante
la Guerra Civil habían sido asesinados y enterrados en una cuneta. El hijo reconoció al padre por un gabán que le había obsequiado su hermana. Al año siguiente consiguió que su progenitor fuera la primera víctima del franquismo exhumada de una fosa común en Galicia.
No fue su único hito. Inició en los juzgados
argentinos con el patrocinio del fallecido Carlos Slepoy y el abogado
Máximo Castex la única causa abierta en el mundo que investiga los crímenes del franquismo
como delitos de lesa humanidad. En 2013 se presentó en la embajada de
España en Buenos Aires con 5.000 firmas de apoyo a la causa, aunque no
le dejaron ingresar. Al año siguiente intentó entregarle a la canciller
alemana Angela Merkel una carta en la que reclamaba que su país pidiera
perdón por los crímenes nazis durante la Guerra Civil.
Porque este hombre, que desembarcó en Argentina con nueve años, era de mirada limpia y palabra firme. "Franco era el criminal más grande del siglo XX, y todavía lo seguimos discutiendo",
afirmó en alguna entrevista con este diario. "Dejó todo atado, y nos
dejó también a todos atados con sus delitos. En España no existe la
justicia, desde el momento en el que vamos contra una dictadura
latente”.
Compañeras en lucha
Junto a él impulsaron la causa como primeras
querellantes Inés García Holgado y Adriana Fernández, quien visitó este
domingo al anciano en un geriátrico del barrio de Villa del Parque de la
ciudad de Buenos Aires, donde estaba recluido desde hacía dos años. "Yo
amanecí pensando: 'tengo que ver a Darío sí o sí'. Al fin y al cabo era
un día muy emotivo: se celebraba el 88 aniversario de la República y
nueve años de la querella. No sabía que me estaba despidiendo, pero lo
vi muy mal, muy flaquito, muy desmejorado. Hicimos lo que pudimos para
ver si podía tener un mejor final. Yo quería que él hubiera tenido el
final de un guerrero, no así, no pidiendo pista", cuenta a Público esta argentina.
Darío Rivas, junto a Adriana Fernández, Inés García Holgado y el abogado Carlos Slepoy (A.D.P) |
Fernández
recuerda su relación con Darío Rivas, que la trataba "como una nieta,
una sobrina". Cuando él vendió su casa, situada en la localidad de
Ituzaingó, en la provincia de Buenos Aires, y fue enviado al geriátrico, comenzó el principio de este final.
"Creo que él se fue allí pensando que iba a ser un lugar en el que
podría hacer su vida, no que iba a estar internado. Creo que él no era
consciente de adónde estaba yendo. Y desde entonces no fue el mismo,
cuando era una persona muy libre. Ahí comenzó su debacle".
Darío habría cumplido 100 años en febrero.
"Nos deja un legado muy grande, abrió una puerta de justicia. Gracias a
él se inicio esta querella que permitió que tanta gente fuera escuchada
ante la jueza, no sólo nosotros, que tuvimos nuestros familiares
represaliados en 1936, sino también víctimas de niños robados, presos
del franquismo. El nombre de Darío será bandera de justicia de ahora en
más, estará presente en todo, y seguiremos la lucha que él empezó",
concluye su compañera.
"Las personas no son fungibles. Darío es irremplazable, no va a haber otro.
Surgirán otras personas, pero él no a a volver", reconoce García
Holgado, que como querellante junto a Fernández constituyó la Asociación
para la Recuperación de la Memoria Histórica Argentina del que Rivas
era presidente honorario. "Perdemos una persona muy importante de la causa,
como lo fue también Carlos Slepoy o Paco Lores, presidente de la
Federación Gallega. Es un valor que perdemos, y en Argentina somos
poquitos para luchar. Lo vamos a extrañar muchísimo".
García Holgado deja una revelación para el final: Darío Rivas quería ser testigo de la exhumación de Franco.
"Hasta hace un mes decía que él iba a viajar a España para ver a Franco
fuera del Valle de los Caídos. Se nos están yendo víctimas y defensores
de víctimas por culpa de esta dilación del Gobierno español. Esta gente
se está yendo sin ver justicia", reprocha.
* Artículo aparecido el 16 de abril de 2019 en el diario español Público.
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