El
ataque del submarino nuclear británico Conqueror que hizo naufragar el
crucero argentino General Belgrano y acabó con la vida de 323 soldados
argentinos constituyó un hecho
de guerra pero no un crimen, afirmó en una entrevista exclusiva el exjefe del Ejército Martín Balza.
“Sin lugar a dudas es un hecho de guerra,
aunque algunos
lo hayan
calificado como crimen de guerra”,
señaló el
general retirado.
El crucero
de la Armada argentina, que “era
el buque más importante que tenía nuestra flota”,
estaba fuera
de la zona de exclusión
que
de manera unilateral había demarcado
Reino Unido,
por lo que
se situaba en aguas internacionales
cuando fue atacado,
indicó Balza.
“El crucero tenía proa hacia el continente,
de modo que
no era una amenaza para la flota
británica”, sostuvo.
El
general retirado hizo alusión a un almirante inglés, Tim Mc Lement, que
aseguró que durante el conflicto hubo cuatro submarinos nucleares
británicos.
La primera ministra británica Margaret
Thatcher (1979-1990) “no podía desconocer
la ubicación del submarino Conqueror
y hacia dónde se dirigía, porque en ese momento
la flota de mar argentina, los barcos de superficie, ni siquiera le disputaban
la supremacía marítima
al adversario”, reflexionó el exjefe del Ejército.
A partir del hundimiento del
General Belgrano, “las
negociaciones que todavía
estaban
en marcha
se cancelaron, y se agudizó
lo que yo creo que
la
Sra Thatcher deseaba:
tenía una alicaída gestión y esta guerra la potenció en su accionar político”.
En cualquier caso, el Estado
argentino nunca
reclamó
ante la comunidad internacional que el
bombardeo del crucero de la Armada argentina
fuera
un
crimen de guerra.
“Crimen
de guerra es considerado aquello que
se aparta
de los usos y hechos de la guerra,
como cuando durante
en
la
II Guerra
Mundial,
submarinos alemanes atacaron buques mercantes argentinos que no estaba participando en las
operaciones”, ejemplificó.
Familiares de soldados argentinos que murieron
durante el ataque al General Belgrano denunciaron a Thatcher ante el Tribunal Internacional
de Derechos Humanos de Estrasburgo en 2000, pero los jueces desestimaron el caso.
“La actitud de los familiares
es comprensible, han tenido seres queridos, pero
otra
cosa es la posición de los distintos
Gobiernos,
y desde el regreso de
la democracia
en 1983,
ninguno
ha ido a
ningún tribunal internacional
por este caso”,
recordó Balza.
Tras reiterar sus
respeto
por “todos los combatientes británicos y argentinos”
que participaron en el conflicto bélico, Balza aseguró que “la guerra no solucionó
nada”.
“Argentina seguirá reclamando
en los foros internacionales algo que es
incuestionablemente argentino, y nunca más va a recurrir a la violencia”,
finalizó.
VIOLACIONES DURANTE LA GUERRA
El
militar retirado, que era teniente general cuando fue enviado al
archipiélago como jefe del Grupo de Artillería 3, negó que durante la
Guerra de Malvinas
el Ejército
hubiese
cometido
violaciones sistemáticas
de derechos humanos
contra sus soldados.
Una causa judicial en la provincia de Tierra del Fuego (sur) abierta en 2007 investiga la comisión de
crímenes de lesa humanidad por parte de 95 exmilitares que habrían torturado durante el conflicto
bélico
a soldados conscriptos que estaban bajo su mando.
Tras escuchar
a
120 víctimas, el juez responsable del caso, Federico Calvete,
ordenó
en diciembre pasado
la
declaración indagatoria
de 18
exjefes militares acusados de realizar estaqueamientos y vejámenes contra sus subordinados, quienes
en plena batalla fueron enterrados en el suelo o imposibilitados de correr,
según los testimonios.
“Le respondo por mi unidad y
por
otras
de las que tuve conocimiento:
no me consta ningún trato que
hubiese podido afectar
la disciplina militar, ni
supe de
la comisión
de un delito tan agravante”, afirmó
el exjefe del Ejército.
El general retirado admitió
la gravedad de que
un superior
hubiese abusado de su
autoridad
contra
un
soldado
durante
el conflicto en el Atántico Sur.
“He sido jefe del Ejército más de ocho años, desde fines de 19991 hasta fin del siglo pasado,
y
nunca recibí una denuncia de ese tipo”,
señaló no obstante.
En la zona de combate “había 14.000 hombres argentinos, y en toda guerra pueden ocurrir actos delictivos,
pero es inadmisible que fueran
cometido por oficiales o suboficiales”, sostuvo.
Balza no descartó “que
de forma puntual y aislada”
hubiesen podido ocurrir violaciones a
la disciplina militar,
lo que constituye
un
delito.
“Esos
casos tendrían
que haber sido sancionados con todo el rigor que corresponde
en ese momento
o
inmediatamente
después del conflicto”,
consideró.
De hecho, “no sé por qué se
demoraron en hacer las
denuncias más de 25 años
después, pero no niego
que no se hayan
cometido hechos puntuales
que en ese caso debían
haber sido
juzgados
por el Código de Justicia Militar”, añadió.
Balza relató que tomó conocimiento de las
acusaciones
cuando trascendieron como noticia en los medios de comunicación hace una década, cuando ya había dejado el mando del Ejército.
“Ahora
esas
denuncias
se están tramitando en la jurisdicción federal, que es la que corresponde”,
señaló.
El 25 de abril de 1995,
Balza
apareció en todos los televisores argentinos para pedir perdón en
nombre del Ejército por los delitos de lesa humanidad que cometió
su fuerza
durante la última dictadura cívico-militar argentina (1976-1983).
“El mensaje que pronuncié que tuvo una gran trascendencia
nacional e internacional, no
porque fuera sólo
una postura personal,
lo cual aisladamente
no habría tenido
ningún valor,
sino
porque fue
un mensaje institucional del Ejército argentino
hacia la sociedad”, recordó.
Entidades
de derechos humanos estiman que en aquellos años unas 30.000 personas
fueron detenidas-desaparecidas y al menos 500 nietos fueron sustraídos a
sus padres y entregados a cómplices del terrorismo
de Estado.
GUERRA DE MALVINAS (parte 2 de la entrevista)
La tentativa de la dictadura cívico-militar argentina (1976-1983) de recuperar las ocupadas Islas Malvinas (sur) por la fuerza
en una guerra contra Reino Unido
constituyó el más flagrante error
de valoración
que cometió el país
en toda
su historia, continuó el exjefe del Ejército.
El general retirado, que participó en la guerra como jefe del Grupo de Artillería 3,
se declaró “consciente
desde el momento en
llegué a las islas, y quizás
desde antes,
de
que el intento de recuperar Mavinas
por la fuerza constituyó el más notable error de apreciación política, diplomática y militar de mi país”.
El conflicto bélico no fue previsto de antemano, “por lo menos en mi país", puntualizó Balza.
“Nuestra diplomacia y nuestro Gobierno militar en aquel entonces,
que surgió producto de un golpe de Estado cívico-militar en 1976, no evaluaron
las históricas relaciones de EEUU con Reino Unido ni los compromisos que tenía Donald Reagan (presidente de EEUU entre 1981 y 1989) y la
señora Thatcher (primera ministra británica entre 1979 y 1990) desde antes de acceder ambos al Gobierno”, explicó.
En todo caso, la causa Malvinas es un sentimiento
expresado y recogido en la Constitución nacional, recordó.
Quien
fuera máximo responsable del Ejército argentino entre 1991 y 1999
aclaró que la soberanía argentina sobre el archipiélago se asienta en
razones históricas, “porque
eran parte del Virreinato de La Plata desde 1810”; geográficas,
“porque hacen a la integridad territorial
con la plataforma submarina”, y jurídicas
“porque sus habitantes
argentinos
en 1833, fecha de la usurpación británica, fueron expulsados por los ingleses”.
No obstante,
“un militar cumple
su función cuando gana la paz y no cuando gana y hace la guerra,
por eso la forma de la recuperar
Malvinas
no es la violencia,
sino
el diálogo serio, maduro
y respetuoso entre nuestros países”, sostuvo.
RELATO DE UNA GUERRA
Balza se desempeñaba como jefe del Grupo de Artillería 3
cuando fue enviado a Malvinas “a esa guerra absurda, jamás pensada en mi país”
a cargo de un contingente que no superaba los 400 hombres.
El entonces teniente coronel
también
debía
coordinar
los fuegos de
otras unidades de artillería,
en concreto
la
del Grupo de
Artillería 4
y
la
de una batería
(subunidad)
de artillería
del Batallón de
Infantería 5,
además de supervisar
las salidas de los
aviones
argentinos
para evitar que la
trayectoria
o un disparo
alcanzase las aeronaves.
“Se combatió
intensamente en este conflicto tuvo una particularidad,
y es que fue el único en
el
que ambos adversarios, argentinos
y británicos, respetamos los usos y leyes de la guerra y el derecho
internacional humanitario, también conocido como la convención de
Ginebra”,
según reconoció
el Comité Internacional de la Cruz Roja,
con sede en Ginebra.
Esa guerra “donde se respetó
la dignidad del adversario”
duró 44 días.
El conflicto comenzó a partir del 1 de mayo, cuando
un bombardero
británico, un
Vulcan,
atacó el aeropuerto
de Puerto Argentino
y cercó por vía aérea y marítima la capital de Malvinas.
El 23 de ese mes los soldados británicos
desembarcaron
en el archipiélago.
Los enfrentamientos se trasladaron durante
dos días y medio
a
Pradera de Ganso,
a 90 km de Puerto Argentino,
antes de que los militares avanzaran hacia
esa ciudad,
cuya toma
comenzó
el 8 de junio y culminó el 14 de junio a mediodía.
IMPERATIVO HUMANO
La Guerra de
Malvinas fue una pequeña guerra insular,
denominada por
otros
como
una pequeña gran guerra, que en cualquier caso se convirtió “en
la primera de la era misilística”,
resumió el exjefe del Ejército.
Balza reconoció que al margen
del ámbito geográfico
donde se desarrolló
el conflicto,
de los soldados que participaron,
del comportamiento de los adversarios,
y
de la población afectada, que
en este caso no fue ninguna, “las secuelas y traumas son similares a todas las guerras”.
Por eso “la gran conclusión
de
alguien que conoció la guerra es que evitarla
sea un imperativo humanitario, político y económico”,
conminó
el militar retirado.
Sin embargo, “basta prender el televisor para ver que aún continuamos en el mundo renunciando a las escasas pretensiones
de la humanidad, pues son decenas de conflictos
los
que hay en el mundo queriendo resolver los
problemas por medio del flagelo
de la guerra”,
lamentó.
Casi
1.000 muertos dejó el conflicto bélico que comenzó la Junta Militar
argentina del general Leopoldo Galtieri (1981-1982) contra Reino Unido.
Buenos Aires y Londres
retomaron sus relaciones diplomáticas en febrero de 1990 en la administración del
entonces
presidente
argentino
Carlos Menem (1989-1999).
* Entrevista publicada el 2 de mayo de 2019 en la agencia de noticias Sputnik
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