Manifestantes regresan de la Plaza de Mayo donde se celebró el acto principal de la marcha (A.D.P) |
Sin clases en colegios y
universidades públicas, sin atención en oficinas públicas y entidades
bancarias, y con gran parte del transporte paralizado, un conjunto de
sindicatos con el apoyo de las dos ramas de la Central de Trabajadores
de Argentina (CTA) intentó convocar una huelga general en Argentina de la que se desentendió la principal central obrera del país, la Confederación General del Trabajo (CGT).
“Somos uno de los sectores más perjudicados de las
políticas de este Gobierno. Quedamos 3.000 trabajadores desde que asumió
esta gestión, cuando éramos 5.000”, comentó a Público Daniel Sánchez,
secretario adjunto del Sindicato Argentino de la Manufactura del Cuero.
“Tuvimos despidos porque las empresas no pueden llevar adelante el pago
de salarios. No hay reactivación económica, los productos de
manufactura tienen un sector muy limitado a partir de la apertura de las
importaciones, el mercado se achicó, no podemos colocar nuestros bienes
dentro del mercado interno, y exportar se hace complicado porque el
valor del dólar no es competitivo para el exterior”.
El dirigente sindical resumió así la situación de su
sector cuando regresaba de la céntrica Plaza de Mayo de Buenos Aires,
donde transcurrió el acto central de la movilización convocada por los
organizadores del paro. “Que la CGT no defendiera esta huelga
es algo lastimoso y muy doloroso para nosotros, porque la CGT es la
gran representantes de los trabajadores. Creemos que es porque tienen
algún grado de complicidad con el Gobierno”, sostuvo.
A la manifestación se sumaron partidos de izquierda,
como el Frente de Trabajadores de Izquierda (FIT), y entidades sociales y
barriales que secundan cada iniciativa contra el Gobierno.
“El paro fue contundente en todo el país, más allá de
que algunos funcionarios dicen que no se notó”, reivindicó durante el
cierre de la marcha Pablo Moyano, secretario adjunto de
Camioneros, uno de los gremios con mayor capacidad de movilización en
Argentina que lideró la convocatoria de esta huelga. “El paro ha sido
total en algunas provincias”, añadió desde el escenario principal
situado frente la Casa Rosada, sede del Ejecutivo.
Fractura en los sindicatos
Pese a la movilización que colmó la Plaza de Mayo y
la avenidas adyacentes, la fragmentación en Argentina también afecta al
sindicalismo. Esa fractura es espejo de la división que existe en el peronismo, el movimiento político más importante del país.
En un año electoral, los gremios más cercanos al kirchnerismo, que sueña su regreso al poder de la mano de la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner
(2007-2015), se precipitaron a las calles. El peronismo no
kirchnerista, más conservador y representado por varios bloques
parlamentarios y no pocos gobernadores de la mayoría de las provincias,
sigue a la CGT, que ha sido complaciente con el presidente Mauricio Macri
en los tres años y medio que lleva en el poder, y que ha quedado en
evidencia al no adherirse a la medida de fuerza de este martes.
En la capital argentina y en la provincia de Buenos
Aires, la huelga afectó a la mayoría de los servicios de transporte,
pero no a todos. Las líneas de ferrocarril no interrumpieron su
actividad, representados como están por la Unión Tranviarios Automotor
(UTA), adscrito a la CGT. Sí se cancelaron casi todos los vuelos nacionales e internacionales.
Buena parte de los autobuses no hicieron su habitual recorrido,
mientras que el servicio de metro fue cancelado en su totalidad.
Tampoco hubo actividad judicial, ni funcionó la
recolección de basura, el transporte de carga, el servicio de correo,
las gasolineras o la atención en oficinas públicas. Los hospitales públicos atendieron con guardias mínimas.
Durante la madrugada fueron quemados unos cinco
autobuses de líneas que no se iban a sumar a la huelga, y algunos
conductores trataron de paralizar el servicio de las unidades que sí
querían trabajar, lo que llevó a que una decena de personas fueran
detenidas.
Reacción del Gobierno
Desde el Gobierno, la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich,
adjudicó la quema de automóviles a mafias que a su juicio se
convirtieron “en el verdadero riesgo país”. Su par en Transporte,
Guillermo Dietrich, afirmo que “muchos sindicatos afines al kirchnerismo
buscan generar caos y mediante la violencia buscan que la gente
adhiera”.
Mientras el país funcionaba a media máquina, el presidente Mauricio Macri aprovechaba el levantamiento y los enfrentamientos en Venezuela de este martes para desear “que éste sea el momento decisivo para recuperar la democracia” en el país caribeño.
Desplazado por el presidente brasileño Jair Bolsonaro
en su afán por liderar al compás de EEUU la arremetida contra Maduro,
el jefe de Estado argentino encara la peor etapa de su gestión. La
recesión económica mantiene en caída la actividad económica desde mayo
de 2018 y la inflación en el último año fue del 54,7%. La depreciación
del peso argentino en relación al dólar fue del 104% el año pasado y
este año acumula una caída del 17%.
El crédito por 56.300 millones de dólares que el Ejecutivo pactó con Fondo Monetario Internacional
(FMI) para contener la volatilidad cambiaria ante un mercado financiero
que una vez más desconfía de Argentina se paga con algo más que
dinero. El Gobierno debe este año llevar a cero el déficit fiscal
primario, después de que en 2018 fuera del 2,4% del PIB, mientras el
déficit financiero, que sí cuenta los intereses de deuda, llegó al 5,2%
del PIB. Para evitar la dolarización de activos en un mercado
completamente desregulado, el Banco Central ofrece bonos con tasas de
interés que acarician rendimientos del 74% anual, lo que imposibilita
cualquier inversión productiva.
Así ocurre que la pobreza se acentúa: llega
al 42% de los habitantes, unos 14,4 millones de personas en un país que
supera los 45 millones. Por delante, seis meses hasta las elecciones presidenciales
del 27 de octubre en las que Macri aspira a revalidar su cargo.
Mientras tanto, Fernández de Kirchner sorprendió la semana pasada con la
publicación de un libro que hasta ahora mantuvo en secreto, Sinceramente,
y cuya primera edición, de 64.000 ejemplares, se agotó en las primeras
horas. Permanece la incógnita de si la expresidenta y senadora se
presentará a los comicios, cercada por varias causas judiciales por
corrupción y con el primer juicio oral previsto para el 21 de mayo.
* Artículo publicado el 30 de abril en el diario español Público.
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