Alberto Fernández es desde este martes el noveno presidente que tiene Argentina desde el regreso de la democracia en 1983, y el sexto peronista que asume como jefe de Estado tras finalizar la última dictadura cívico-militar (1976-1983). El nuevo titular del
Poder Ejecutivo, cuyo mandato se extenderá por los próximos cuatro
años, llega al Gobierno en un momento de recesión económica, con una pobreza que supera el 40% y con una deuda externa que bloquea cualquier posibilidad de buscar financiamiento en el exterior.
Tras jurar su cargo este martes ante los diputados y
senadores que integraban la Asamblea Legislativa y recibir los atributos
presidenciales de su antecesor, Mauricio Macri, el flamante mandatario
ha marcado un eje claro de su gestión. La primera reunión de su
Ejecutivo será para implementar un Plan integral contra el Hambre a fin de aliviar la situación de vulnerabilidad que afecta a 15 millones de habitantes.
“El cooperativismo y la agricultura familiar serán
actores centrales en esa política”, adelantó Fernández. A través de un
Consejo Federal que integrarán todos los sectores de la sociedad civil,
la iniciativa del nuevo Gobierno plantea la entrega de una tarjeta
alimentaria para dos millones de habitantes que comenzará a entregarse a
madres embarazadas o que tengan a su cargo menores hasta seis años.
El nuevo jefe de Estado también hizo un llamado a
todos los sectores para “la puesta en marcha de un conjunto de acuerdos
básicos de solidaridad en la emergencia” que permitan reactivar la
economía, en recesión desde mediados de 2018. “Hasta eliminar el hambre,
le pediremos mayor esfuerzo solidario a quien tenga más capacidad de
darlo”, advirtió. “Comenzar por los últimos, para llegar a todos”.
Como ya señaló en otras oportunidades, Alberto Fernández confirmó
que mientras el país no crezca, no habrá pago a los acreedores
externos, entre quienes se encuentra el Fondo Monetario Internacional
(FMI), que prestó al país sudamericano 44.000 millones de dólares en el
último año y medio.
Prueba de ello es la designación de su ministro de
Economía, Martín Guzmán, un académico de 37 años profesor de la
Universidad de Columbia en Nueva York y colaborador del Premio Nobel de
Economía en 2001, el estadounidense Joseph Stiglitz. El economista
apuesta por postergar al menos dos años el pago de los intereses
de deuda y alargar los plazos de vencimiento del capital de esos
compromisos a través de un acuerdo con los prestamistas.
“La deuda externa en relación al PIB está en su peor
momento desde 2004. (…) El país tiene la voluntad de pagar, pero carece
de la capacidad para hacerlo”, observó Fernández durante su primer
discurso como presidente al advertir que la administración de Macri dejó
al país “en una situación de virtual default”.
La gestión anterior ha provocado la mayor inflación que recuerda el país en los últimos 28 años,
y la tasa de desempleo es la más elevada desde 2006, destacó Fernández
durante su disertación en el Congreso. Desde 2015 cerraron 20.000
empresas y se destruyeron 141.000 puestos de trabajo privado. La pobreza
y la indigencia llegó a sus peores registros desde 2008, añadió.
“Detrás de estos terroríficos números, hay seres humanos con
expectativas diezmadas”, expresó.
Intervención en inteligencia
Uno de los anuncios más inesperados del jefe de Estado
fue el que se refirió a la reforma del sistema de Justicia y a la
intervención de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). Cuando el
gobernante advirtió que no sólo dejarán de ser secretos los fondos reservados
que la institución tenía ahora a su disposición, sino que serán
direccionados al Plan contra el Hambre, fue ovacionado por buena parte
de los legisladores que lo escuchaban. “Nunca más a una Justicia
contaminada por servicios de inteligencia; nunca más a una Justicia
contaminada por operadores judiciales, procedimientos oscuros y
linchamientos mediáticos”, clamó.
Ya por la noche, mientras un festival con músicos
argentinos amenizaba el ambiente en la emblemática Plaza de Mayo de
Buenos Aires, frente a la sede del Ejecutivo, miles de personas
saludaron al nuevo presidente y a la vicepresidenta, la senadora y
expresidenta Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), quien reclamó a
su compañero que confíe en el pueblo porque sus integrantes “nunca
traicionan, son los más leales, y sólo piden que los defiendan y
representen”.
Con esta fiesta popular terminó un día de
celebración para el Gobierno que comienza y cuyos primeros 100 días
serán claves. No sólo porque es el período de gracia que se concede a
cualquier Ejecutivo, sino porque durante este tiempo debe conseguir, al
menos, una tregua con los tenedores de la deuda argentina a la espera de que sus medidas económicas alivien las urgencias sociales que tiene el país.
* Artículo publicado en el diario español Público
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