El mundo ha quedado conmocionado con el caso de la italiana Eluana Englaro, la mujer de 38 años que después de 17 en coma pudo ser desconectada de la sonda que la mantenía con vida. El primer ministro de Italia, Silvio Berlusconi, se ha encargado de que así fuera, de que causara sensación. Peor aún: ciertos cambios de envergadura que pretende introducir en la política de su país han quedado ensombrecidos por este improvisado revuelo que hoy se presenta más conveniente que nunca.
Berlusconi aguantó hasta el pasado miércoles las palabras altisonantes del Estado del Vaticano y de algunos grupos católicos que calificaban de asesinato el simple acatamiento de la Constitución italiana. Ésta garantiza a cualquier persona el derecho a no someterse a determinado tratamiento médico, aunque su falta de aplicación conlleve la muerte.
No le pareció a il Cavaliere que fuera muy contundente lo que viene a ordenar la Carta Magna, que es per se la máxima garantía de un Estado de Derecho. Tuvo que acudir en su ayuda el Tribunal Supremo italiano a decir que sí, que podía ser suspendida la alimentación y la hidratación artificial de Eluana. Pero Berlusconi, por entonces, no decía nada. Hasta el miércoles.
En la noche de aquella jornada decidió poner a todos sobre aviso: su Gobierno estaba trabajando para intervenir. Este repentino interés tuvo su resultado dos días después, cuando el Consejo de Ministros aprobaba el decreto ley que pretendía impedir la muerte de Eluana. Pero ese dictamen precisaba la firma del presidente de la República, Giorgio Napolitano, quien ya había avisado previamente, por carta, que lo rechazaría.
¿Y por qué advirtió al Consejo con antelación, en vez de esperar a que le presentaran el decreto? Ese aparente enfrentamiento entre el primer ministro y el presidente de Italia acaparó el interés de toda la prensa. Eluana pasó a ser la noticia más relevante de esos días, la novedad en boca de todos, la garantía de una polémica asegurada que adquiría trances de tensión con la presentación de un proyecto de ley al Senado –que esta vez sí obtuvo la autorización de Napolitano para que lo tramitara el Parlamento–, o con la amenaza de Berlusconi de cambiar la Constitución italiana, a su juicio muy soviética.
Finalmente, Eluana murió. Todavía hoy resuenan los coletazos de una semana vertiginosa. Y gracias a esta controversia globalizada que Berlusconi no hizo otra cosa que alentar, se está gestando sin mucho alboroto una reforma judicial en Italia de grave calado: entre otras cosas, las sentencias no valdrán como prueba en todos los procesos, las escuchas se restringirán en los procesos judiciales, y los ministerios públicos se convertirán en “abogados de la acusación”, que como muy bien ha revelado el periodista italiano Marco Travaglio, dejarán de investigar sobre la culpabilidad o inocencia de un acusado para comenzar a instruir de forma acusatoria. Cuantas más condenas, mejor.
Dado que el ministro que promueve esta enmienda ya consiguió el año pasado la inmunidad para los cuatro cargos más altos del Estado –entre ellos el de Berlusconi–, era conveniente levantar una cortina de humo que en esta ocasión distraiga por un tiempo. Y a fe que lo han conseguido.
*Artículo escrito para el diario público El Telégrafo (Ecuador)
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hola,
ResponderEliminarquisiera decir un par de cosas sobre el efrentamiento entre los poderes del estado italiano.
el presidente de la república Napolitano rechazó de firmar un tipo de ley, decimos por esemplificación "rapido" que en italia puede ser aprobada por el gobierno - y no por el parlamento - simplemente por que dicha ley no resulta conforme con la constitución. esto mismo es el único papel del presidente de la república italiano: opinar sobre la conformidad de una ley (de cualquier tipo) con la constitución, de la cual él es el garante.
lo de la Englaro no fué una decisión politica. es decir fué automatico, debido a la falta de unas condiciones fundamentales para que el gobierno, y no el parlamento (camara y senado) dicten una ley, siempre que esta ley encaje con la magna carta. desde luego, si el parlamento opina necesario que dicha ley pase, puede discutirla y aprobarla. y aquí está el problema: la ley escrita por Eluana Englaro resultaba no conforme de entrada justo porque escrita por el caso especifico, y también porque no se justificaba la urgencia que ese tipo de ley "rapida" precisa tener.
que ahora el parlamento se exprese, aunque con su tendencia contemporanea, conservadora y católica, no seria nada anticonstitucional.
de aquí todo el caso mediatico que conlleva la lucha durisima entres los tres poderes del estado: escribir la ley (parlamento) judicar (los tribunales) y administrar (el gobierno).
el caso Englaro es ejemplar: el tribunal supremo autoriza después largo tiempo la familia a suspender la alimentación y la hidratación a Eluana. lo hace en un caso extremo debido a la falta de una ley expecifica (por que en italia aún no se ha dado un marco legislativo al tema) y por lo tanto el tribunal supremo está en su derecho. el gobierno (el ministro de trabajo) empeza a lanzar amenazas, como catolico, pero sin poder de intervención. por fin el gobierno (Berlusconi) presenta la ley "rapida" al presidente Napolitano (custode de la constitución y autoridad suprema del tribunal) para prohibir la interupción de la alimentación artificial, y como explicado antes, la ley no se puede aprobar.
entonces Berlusconi presenta la ley al senado, y mientras tanto Eluana sufre un infarto y se muere.
que pasa ahora. primero, el enfrentamiento entre los tres poderes del estado se ha desarrollado en términos agresivos y vulgares, sobre todo en los medios de comunicación dejando atrás el asombramiento de la opinión pública y de todo un país. luego ha creado las condiciones para que este parlamento aprobe rapidamente y con poco debate una ley muy cerrada y conservadora, que como otras, dejarán nuestro país atrasdo y obliagará la gente a viajar a otros paises para conseguir algunos tratamientos (como ya está pasando después de la ley que prohibe las analisis sobre ovulos implatados durante embarazos clinicos).
¿pero porque?
para mi todo esto esconde un enfrentamiento entre Berlusconi y la Ley en general, a causa de los juicios existentes contra él. es de ayer la noticia que el tribunal supremo exprimió preocupaciones y dudas sobre la nueva ley que reduciria por un juez la posibilidad de controlar las llamadas telefonicas de los imputados (vease todos los juicios contra Berlusconi, que hasta es capáz de recomendar por telefono al director de la televisión pública una bailarina "amiga" de un senador de otro partido, que así empezaria a apoyarle en el senado).
cuando Berlusconi ataca el tribunal supremo y su maximo reprsentante, el presidente de la república, jamás lo hace por razones politicas, morales ni religiosas.
se equivoca el vaticano cuando busca en él un representante por esta clase de luchas. el vaticano deberia recordar que en otros asuntos está en contra del gobierno, relativamente a las politicas migratorias y fascistas, por ejemplo. pero esto ya es otro tema.
bueno, ya me he pasado demasiado, gracias por el espacio, y disculpen mis errores ortograficos.