El relevo se produce tras surgir la sospecha, el pasado fin de semana, de que policías y militares se estaban acuartelando. Lugo no admite abiertamente que el cuadro castrense esté involucrado en intentonas golpistas, pero sí ha reconocido que existen “pequeños bolsones” en la milicia que “pueden tener cierta debilidad y que podrían ser utilizados por la clase política”. Así hace alusión a la oposición, que domina tanto el Congreso como el Senado.
Lugo también tiene bajo la mira a su vicepresidente, Federico Franco, que ha sido acusado de pactar con el principal partido opositor para abrirle un juicio político al ex obispo y así sustituirlo. “No quiero creer, pero no descarto”, ha señalado Lugo. “No quisiera creer que alguien que forma parte del Gobierno pueda conspirar contra sí mismo”.
A ello se suma una guerra no declarada entre facciones de la Policía Nacional que han creado un clima de inseguridad permanente. Tanto frente abierto ha colocado al Gobierno en una posición muy débil que no parece tocar fondo. En definitiva, una crisis política sin precedentes en los 15 meses que lleva Lugo en el poder.
*Escrito para el diario español Público
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