Tras 21 días de convalecencia médica por una operación en la
tiroides, la presidenta argentina Cristina Fernández ha reasumido sus funciones
y no ha perdido el tiempo a la hora de recuperar el que ha sido el mayor asunto
de controversia durante su ausencia: el conflicto con Reino Unido por las islas
Malvinas, que fueron invadidas por los ingleses en 1833, y cuya soberanía
reclama desde entonces el país latinoamericano.
Durante su primer acto oficial, Cristina Fernández no dejó
pasar el calificativo de “colonialista” que días antes el ministro británico
David Cameron había adjudicado a Argentina. “El año que viene se van a cumplir
180 años de la usurpación que hizo el Gobierno de Reino Unido [de las islas], que
echó a los argentinos que estaban allí y transplantó ingleses aquí”, recordó la
presidenta.
Desde la Casa Rosada ,
la mandataria anunció la desclasificación de un documento, protegido hasta
ahora como secreto de Estado, que juzgaba el desempeño de las Fuerzas Armadas
durante la ocupación argentina de las Malvinas en 1982. El informe Rattenbach
fue elaborado por una comisión de castrenses a pedido de la Junta Militar que gobernaba el
país por entonces, y establece las responsabilidades de aquella precipitada
intervención que terminó por hundir a la dictadura (1976-1983).
Recursos naturales
Muy seria al respecto, Fernández indicó que el reclamo de la
soberanía argentina que tanto molesta en Reino Unido “también abarca la defensa
de nuestros recursos naturales, porque están depredando nuestro
petróleo y nuestra pesca”.
“Nadie”, aclaró la mandataria, le pide además “a los
habitantes de las Malvinas que dejen de ser ingleses, como no se lo pedimos a
ningún español, ni a ningún italiano, ni a ningún ucraniano”, aclaró.
La mandataria descartó una vez más cualquier tipo de
intervención militar, y explicó que su Gobierno seguirá con la política de
recordar “a nuestros muertos”, y de reclamar “que se cumpla la resolución de
Naciones Unidas para que el Reino Unido se siente a dialogar y a negociar sobre
esta cuestión”.
Al margen de este asunto, Cristina Fernández se mostró
molesta por los comentarios suspicaces que se originaron cuando su equipo
médico certificó, después de su intervención quirúrgica del 4 de enero, que en
realidad era un tumor benigno lo que al principio había diagnosticado como un
carcinoma papilar en la tiroides. "Faltó que opinara la Organización Mundial
de la Salud ”, adujo.
“Ahí algunos quedaron muy desnudos. Yo le agradezco a todos los que no se
alegraron, que se ve que son más”, indicó.
Con una clara cicatriz en el cuello, y sin ocultar su
ironía, la mandataria dijo que no había querido cubrir la herida con un pañuelo
porque en ese caso Clarín, el periódico más vendido del país, iba a decir al
día siguiente: “ésta no se operó”. “Saben que la estética me puede, pero la
política está antes que la estética”, defendió.
Cristina Fernández contó también cómo se sintió cuando le
comunicaron que no tenía cáncer. “Me dieron el resultado. Entonces me senté con
unas fotos, esas típicas mías con él [su antecesor y difunto marido, Néstor
Kirchner]. Me dijeron que no habían encontrado células cancerígenas en los
nódulos, pero sí otro nódulo que no había aparecido antes. Ese fue el
único momento en que me puse a llorar”, admitió.
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