Una de los relatos más cruentos que desde hace un año y medio nos llegan desde Siria ha sido el de la matanza de
Daraya, ocurrida a finales de agosto. En aquella ciudad del suroeste de Damasco fueron asesinadas 245
personas. Las agencias de comunicación atribuyeron al Gobierno de Bashar
al Assad la masacre, pero una investigación periodística de Robert Fisk, periodista inglés del diario británico The Independent que estuvo sobre el terreno, ha dado a entender que los
culpables de aquella escabechina fueron los rebeldes a través del Ejército
Libre Sirio (ELS).
Fisk comprobó que ninguno de los testigos de la masacre culpaba a las
fuerzas de Al Assad. Al contrario. Hablaban de "extranjeros terroristas". El periodista, que llegó al lugar acompañado del Ejército
oficial, tuvo la oportunidad de hablar con algunos residentes de Daraya.
Una de las mujeres que contó lo que vio fue Leena, quien de camino a
casa, sobre la carretera, encontró los cadáveres de diez hombres.
Asegura que las tropas de Al Assad todavía no habían entrado en Daraya.
“Uno de los muertos era un cartero”, reveló otro habitante de la ciudad. “Lo incluyeron porque era un trabajador público”.
Otra mujer narró cómo hombres encapuchados irrumpieron en su casa, y ella
se aprestó a besarlos, atemorizada, para evitar que la dispararan a
ella o a su familia.
Uno de los testimonios más trágicos es el de Khaled Yahya Zukari, un
camionero que estaba abandonando la ciudad en un pequeño autobús con su
mujer de 34 años, Musreen, y su hija de siete meses. “Nos dirigíamos al
barrio de Senaya cuando de repente hubo un montón de disparos contra
nosotros”, contó. “Le dije a mi mujer que se tirara al suelo pero una
bala entró en el autobus, atravesó a nuestra hija, y le dio a mi mujer.
Fue la misma bala. Ambos murieron”.
Los disparos provenían de los árboles, de una zona verde. “Quizás eran
militantes escondiéndose detrás de los árboles que pensaban que éramos
un autobús militar trayendo soldados”.
El periodista inglés explica que según le dijeron fuentes oficiales, los rebeldes trataron de negociar con el Gobierno la entrega de civiles
que habían secuestrado a cambio de la liberación de insurgentes detenidos.
En declaraciones de los oficiales a The Independent, “fracasaron
todas las posibilidades de reconciliación”, y el Ejército de Al Assad
incursionó en la ciudad para recuperar el control del lugar. Los muertos ya estaban esparcidos por la ciudad.
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