Ha sido muy intensa la agenda del presidente argentino Mauricio Macri
en sus casi dos meses de mandato. Desde que reemplazó en su cargo a
la exmandataria Cristina Fernández de Kirchner (2007-2015), ha
comenzado a gobernar con viento de cola a favor, sin ser objeto de un
incisivo desgaste en los medios de comunicación, y con la ventaja de
un verano estival que ha tenido a la Justicia y al Congreso en receso
por vacaciones.
Tras rearmar el gabinete que lo acompañará por los próximos cuatro
años, el presidente ha incursionado en todas las áreas del Estado.
Sus ejes de Gobierno, afirma, son tres, y así lo repiten todos sus
ministros: pobreza cero, combate al narcotráfico, y la unión de los
argentinos.
La
prioridad, sostiene el
Ejecutivo, es que Argentina
“vuelva a ser un país normal”, lo
que significa recuperar la confianza ante los ojos del mundo, que no
perdona
su crisis de 2001, para establecer relaciones bilaterales con todas
las naciones, sin ideologías de por medio, y negociar créditos o
inversiones sin sospechas y “como un país serio”, en palabras de
Macri.
Pese
a la fisura en una costilla que lo había tenido convaleciente, el
mandatario viajó al Foro
Económico Mundial de Davos, en Suiza, un
cónclave al que Argentina no acudía desde 2003, y
restableció relaciones con empresas, ciertos países, y organismos
como el FMI, que volverá a auditar las cuentas públicas del país.
Debido al sobreesfuerzo, el presidente no pudo viajar después a la
cumbre en Quito que acogía a la Comunidad de Estados
Latinoamericanos y del Caribe (Celac), donde acudieron casi todos los
líderes de la región.
Argentina
ha cambiado de rumbo en su política exterior. La buena relación
entre Argentina y Venezuela trocó con el nuevo Gobierno,
“preocupado” por el
respeto a los derechos
humanos en el país carioca que ejemplificaba, a su juicio, la
condena del opositor Leopoldo López a 13
años y nueve meses de cárcel por ser
el autor intelectual de los disturbios
contra el Gobierno que en
2014 causaron la muerte de 43 personas.
Entre
tanto, Macri lidia en el norte
del país con la detención de una dirigente social muy
controvertida, Milagro Sala, arrestada en un comienzo por incitación
a la violencia y tumulto, imputaciones desechadas cuando la Fiscalía
decidió investigarla
por los delitos de fraude y extorsión en relación a los fondos que
manejaba su cooperativa Tupac
Amaru.
Situación
económica
El
presidente ha sido veloz
en reorientar la economía:
eliminó, de entrada,
las retenciones a los
cereales y a la carne que exporta el país, y redujo del 35 al 30 %
el gravamen que se aplicaba a la soja, el principal cultivo de la
nación.
Eran
buenas noticias para el sector agropecuario, que en 2008 plantó
bandera ante el intento de Cristina Fernández de establecer un
sistema móvil en los aranceles de la soja,
el trigo y el maíz, y
generó la peor tragedia
institucional que sufrió el país desde 2001.
El Gobierno también suprimió las dificultades de exportación e
importación, eliminó las restricciones a la adquisición de divisas
extranjeras, y devaluó la moneda nacional un 30 % con respecto al
dólar, que pasó de valer 8 pesos a casi 14. Esta cifra estaba
ligeramente por debajo del llamado dólar paralelo que se cotizaba en
el mercado informal. Había un atraso cambiario que terminaba
subsidiando el Estado, el cual debía vender dólares del Banco
Central para sostener el cambio oficial y facilitar el consumo
interno. Macri fue rápido, y eliminó aparentemente un escollo.
El
Ejecutivo también es ágil
en percibir situaciones de
peligro: declaró
la emergencia
energética, y eliminó los
subsidios a
la electricidad, por la que se pagaban precios irrisorios en la
ciudad y en la provincia de Buenos Aires. Concedió,
no obstante, una tarifa social para sectores con pocos recursos.
Macri
decretó a su vez la
emergencia nacional en
seguridad pública, y
estableció un
protocolo de derribo de aviones para aquellos que tuvieran
“entidad suficiente para perturbar” sobre el territorio.
Organizaciones sociales pegaron un grito en el cielo.
La ministra de
Seguridad, Patricia Bullrich, es una de las funcionarias más
cuestionadas de su gabinete. En Navidades tuvo en vilo al país con
la fuga de tres condenados por un triple crimen de asesinato. La
semana pasada, miembros de Gendarmería reprimieron con balas de goma
a unas 90 personas en un barrio carenciado de la capital argentina,
en su mayoría niños que ensayaban una murga. Al menos once personas
fueron heridas.
Por toda respuesta,
Bullrich visitó en el hospital a dos gendarmes heridos en un
operativo que ingresó en la misma zona para recuperar coches
robados. Con falacia, el Gobierno intentó relacionar ambos
episodios. Las imágenes de los niños con impactos de bala en el
cuerpo, mientras, repercutían en las redes sociales.
También a través
de un decreto, el presidente designó a dos jueces de la Corte
Suprema, el máximo tribunal del país, aunque la medida levantó
cierto escozor y el presidente dio marcha atrás, sin admitirlo
expresamente: envió los expedientes al Senado hace unos días para
que la Cámara Alta resuelva sus designaciones.
El mandatario
recurre de vez en cuando a decretos de necesidad y urgencia (DNU),
una manera de legislar que luego deben aprobar ambas cámaras del
Congreso. Ha emitido ocho desde que asumió el poder en diciembre de
2015. Con uno de ellos, desvirtuó la Ley de Servicios de
Comunicación Audiovisual –o ley de medios– aprobada por el
Gobierno anterior, aunque una cautelar judicial lo tiene de momento
paralizado.
El otoño que
viene
En estos días,
causan preocupación los más de 27.000 despidos en la administración
pública que ha denunciado la Asociación de Trabajadores del Estado
(ATE). En el sector privado, casi 23.000 personas han perdido sus
puestos de trabajo. Macri ya ha conseguido su primera huelga general,
prevista para el 24 de febrero.
El Gobierno no ha
tomado, por otra parte, ninguna medida relevante en materia social,
educativa, sanitaria o laboral que se haya acercado a los sectores
más vulnerables de la sociedad.
El Congreso está a
pocas semanas de retomar sus sesiones. La ruptura con el bloque
Frente para la Victoria (FpV) de quince diputados del kirchnerismo,
que ahora esperan ser “una alternativa a Macri” pero esperando
“que le vaya bien”, ha dejado en crisis a la coalición referente
de los expresidentes Néstor Kirchner (2003-2007)
y Cristina Fernández, que
pierde la primera minoría en Diputados para cedérsela al frente
macrista Cambiemos.
Macri
ha pasado el ecuador de la supuesta “luna de miel” que otorga una
tregua de 100 días a los presidentes para juzgar su gestión. El
Poder Legislativo y Judicial
regresan al centro de la
escena. Vuelven las negociaciones salariales para compensar una
inflación que nunca se fue.
Con el otoño, se sentirán
los efectos del escenario económico y social preparado durante el
verano.
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