No comienza bien Obama al lamentarse de que su país depende energéticamente de “dictadores extranjeros”. En primer lugar, por no hablar claro, y dejar que sean otros los que interpreten lo que quiere decir. Y cómo no, por perfilar de nuevo la actitud arrogante de una nación que no está en condiciones de levantar un dedo contra nadie. Según da a entender Obama, parece que es Estados Unidos el que con predisposición altruista hace un favor a los países de los que importa bienes. Y nada más falso que esto.
Los cuatro países que suministran petróleo a Estados Unidos son Canadá, Arabia Saudita, México y Venezuela, en ese orden. El país candidato que más se acerca a la referencia de Obama es Arabia Saudí, por ser la única nación, junto con la de Liechenstein, que recibe el nombre de la familia reinante. No hay partidos políticos, ni elecciones, ni separación de poderes, y la pena de muerte sigue vigente en un país sometido a uno de los hijos del fundador del Estado moderno saudí, que fue creado en 1932.
Sin embargo, algún medio de comunicación ya se ha encargado de señalar, con las declaraciones de Obama, al presidente de Venezuela, Hugo Chávez. Lo curioso es que Venezuela es el único país, de los cuatro que venden su petróleo a Estados Unidos, que desde 2005 ha establecido un programa de precios reducidos para los barrios más pobres. Esa medida nació tras el estrago del huracán Katrina y Rita, y la consecuente subida de precios de petróleo que dejaron tras su paso.
No son las únicas perlas con las que Obama ha hecho referencia a Chávez. No hace mucho le acusaba de exportar actividades terroristas –sin referirse a cuáles– y de haber impedido el progreso de la región –sin aclarar a qué datos hacía mención.
De lo que no se da cuenta el nuevo presidente de Estados Unidos es que lo último que necesita un país en recesión es quedar paralizado por falta de petróleo, sobre todo si con una postura jactanciosa se encarga de provocar a los países que le proveen del preciado recurso. Dado el ciclo de dependencias mutuas en el mercado internacional, es difícil que así ocurra, pero sería una lección excelente para una nación gigantesca que pocas veces ha sido capaz de darse cuenta de sus propias miserias.
viernes, 27 de febrero de 2009
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