Los titulares de los grandes medios de comunicación españoles han reflejado la careta, la parte más visible de las elecciones autonómicas en la Comunidad Autónoma Vasca: el PNV consigue más escaños pero sin lograr la mayoría absoluta, por lo que la unión del PP y el PSE-EE puede desbancar sin mucho esfuerzo al partido de Ibarretxe.
Hay otros datos más significativos que han pasado desapercibidos. La abstención ha llegado a más del 34%, dos puntos porcentuales más que en los comicios autonómicos de 2005. Y los votos nulos han pasado de poco más de 4.000 votos en 2005 a más de 100.000 ahora. Es decir, que el voto nulo ha representado el 8.84% de los emitidos, un voto nulo que había pedido la plataforma D3M, que junto con Askatasuna no pudo presentar su candidatura por orden del Tribunal Supremo, ratificada después por el Constitucional.
Así que si sumamos los votos nulos junto a la abstención de una de cada tres personas con derecho al voto, nos encontramos con que casi 606.000 personas no se presentaron a las urnas, y otras 100.000 se decidieron por el voto nulo. En total, más de 700.000 personas que dejan muy atrás el número de votos que recibió el PNV (396.557), el PSE-EE (315.893) o el PP (144.944).
Cabe resaltar, cómo no, el injusto sistema electoral que hace que el voto de los habitantes de Álava cuente el doble de los que viven en Guipúzcoa, y tres veces más de los que residen en Vizcaya, según el periodista Javier Ortiz. Y todo porque las provincias, aun con distinto número de censados, eligen el mismo número de parlamentarios.
Así que los medios podrán decir que ganó Ibarretxe por el PNV, o bien la coalición PSE- PP, aunque lo cierto es que gran parte de los habitantes de la Comunidad Autónoma Vasca se alejaron de cualquiera de las opciones políticas. Pero los líderes de los grandes partidos han ignorado de nuevo este balance. Se abrazan, se sienten orgullosos, hablan de lo que ha elegido el pueblo vasco (en su conjunto) y no se paran a reflexionar por un momento, a hacer quizá un mea culpa y asumir con la cabeza gacha que tanta abstención y voto nulo es en realidad un modo de protesta que no debería ser tomado a la ligera.
Lo cual hace pensar que si la renuncia a participar en el sufragio tuviera que estar reflejada en el Parlamento, el tercio de los asientos estarían vacíos. ¿No debería ser una opción? Sería la mejor manera de ver por fin los votos de la abstención que hasta ahora siempre han sido silenciados.
Hay otros datos más significativos que han pasado desapercibidos. La abstención ha llegado a más del 34%, dos puntos porcentuales más que en los comicios autonómicos de 2005. Y los votos nulos han pasado de poco más de 4.000 votos en 2005 a más de 100.000 ahora. Es decir, que el voto nulo ha representado el 8.84% de los emitidos, un voto nulo que había pedido la plataforma D3M, que junto con Askatasuna no pudo presentar su candidatura por orden del Tribunal Supremo, ratificada después por el Constitucional.
Así que si sumamos los votos nulos junto a la abstención de una de cada tres personas con derecho al voto, nos encontramos con que casi 606.000 personas no se presentaron a las urnas, y otras 100.000 se decidieron por el voto nulo. En total, más de 700.000 personas que dejan muy atrás el número de votos que recibió el PNV (396.557), el PSE-EE (315.893) o el PP (144.944).
Cabe resaltar, cómo no, el injusto sistema electoral que hace que el voto de los habitantes de Álava cuente el doble de los que viven en Guipúzcoa, y tres veces más de los que residen en Vizcaya, según el periodista Javier Ortiz. Y todo porque las provincias, aun con distinto número de censados, eligen el mismo número de parlamentarios.
Así que los medios podrán decir que ganó Ibarretxe por el PNV, o bien la coalición PSE- PP, aunque lo cierto es que gran parte de los habitantes de la Comunidad Autónoma Vasca se alejaron de cualquiera de las opciones políticas. Pero los líderes de los grandes partidos han ignorado de nuevo este balance. Se abrazan, se sienten orgullosos, hablan de lo que ha elegido el pueblo vasco (en su conjunto) y no se paran a reflexionar por un momento, a hacer quizá un mea culpa y asumir con la cabeza gacha que tanta abstención y voto nulo es en realidad un modo de protesta que no debería ser tomado a la ligera.
Lo cual hace pensar que si la renuncia a participar en el sufragio tuviera que estar reflejada en el Parlamento, el tercio de los asientos estarían vacíos. ¿No debería ser una opción? Sería la mejor manera de ver por fin los votos de la abstención que hasta ahora siempre han sido silenciados.
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