viernes, 5 de junio de 2009

Cábalas en el aire*

Con el desconcertante suceso de un avión desaparecido en su trayecto Rio de Janeiro-París, algunos canales de informativos no saben bien cómo abordar la noticia, pero mantienen la novedad en sus pantallas. No es fácil hablar de un asunto delicado cuando la noticia es que no hay noticia.

Es verdad que los pronósticos son de lo más desalentadores, así que los canales se entretienen, por ejemplo, en querer saber cómo están las víctimas –no hace falta echarle mucha imaginación–, en hacer elucubraciones basadas en nada, en agarrarse a la última novedad que habla de un fuego divisado desde las costas de Senegal, o en declaraciones que advierten que un avión de TAM, que hacía la ruta contraria, vio puntos anaranjados en el océano (¿y por qué se da a conocer esto 20 horas después de la desaparición de la aeronave? Y también dan cuenta de las nacionalidades de los pasajeros, que son nada menos que 24 diferentes –mientras que en España es importante la presencia de dos españoles en el avión, aquí se destaca la noticia de que en el vuelo había un argentino, que para más señas, era hijo de un conocido publicista.

Como no hay imágenes, y de eso vive la televisión, determinados programas se han dedicado a hacer reproducciones informáticas de qué habría podido pasar. De nuevo viviendo en la especulación. Y tienen la osadía de sacar un pequeño avión volando por un cielo nebuloso, que de repente es alcanzado por un rayo que lo atraviesa en dos. Toda una tranquilidad.

Por otra parte, para cubrir el tiempo sin dejar caer la noticia, ha sido muy recurrido consultar a especialistas que no tenían mucho que decir. Uno directamente comentaba: “No tengo ninguna respuesta para saber qué podría haber pasado”. Visto que no daba pie, se recurrió a la negativa: qué era probable que no hubiera ocurrido. Y curiosamente, este entendido de aviones descartó lo que más se comenta en los circuitos informativos, esto es, que el avión hubiera sido alcanzado por un rayo. El piloto descartaba esta hipótesis basándose en su experiencia: más de 12.000 horas de vuelo, en una carrera profesional que duraba ya 30 años, le habían convencido de que un rayo difícilmente puede tirar un avión abajo, sobre todo aquellos de última generación como es el caso del Airbus 330. Si no tiene un contacto a tierra, explicaba, el rayo se queda en la superficie, pudiendo dañar por lo general la estructura metálica, pero difícilmente nada más.

Y mientras uno atendía a la explicación de este experto, apareció en la parte inferior de la pantalla un letrero de aclaración que pudiera guiar al espectador sobre otras posibilidades del destino del vuelo AF447, ahora que la hipótesis del rayo parecía menos plausible: “¿Un atentado?”.

Convengamos en que cuando el periodista, en vez de limitarse a dar la información que tiene a mano, decide interpretarla, adornarla, darle maquillaje, modificarla hasta desvirtuar su esencia, está abusando del poder de la palabra que le ha sido concedido. Y si no, aquí van algunas perlas:


Preguntas y comentarios de periodistas en televisión

- “Suponiendo que el avión ha caído por donde señalan, ¿cuántos metros de profundidad puede haber?”
Claro, es la pregunta inteligente por excelencia. En pleno océano, ¿cuál debe ser la profundidad? ¿Existe acaso la ínfima posibilidad de que el avión hubiera podido aterrizar suavemente en la superficie líquida del Atlántico de modo que los pasajeros hubieran podido salir de la aeronave, y quién sabe, hacer pie?

- “Todos tenemos las imágenes de la serie estadounidense Lost, –que trata sobre un avión que aterriza de emergencia en una isla y sobre cómo los pasajeros hacen por sobrevivir en ella”. Una comparación muy a cuento para que la audiencia fantasee sobre la posibilidad de que el avión haya acabado en una isla desierta y ahora los supervivientes estén esperando a que los encuentren.

-“¿Qué le dirías a alguien que tendría miedo a subir en un avión? A mí no me gusta, lo reconozco” –dice el perioLista, como si sus apetencias nos tuvieran que servir de referencia.

- “Las personas que iban en el avión. ¿Sabrían que iban a morir?”

- “¿Es una zona complicada ésa donde desapareció el avión?” “No hay zonas complicadas –respondía a esta genialidad un competente en aviones – Cuando los pasajeros se asustan es cuando por lo general no pasa nada.
Comentario del periodista: “Ah, o sea que es la Ley de Murphy”.

- “Sin tener ni idea de lo que pasó, no puedo contestar las preguntas”, seguía diciendo con cierto malestar Enrique Piñeyro, piloto y cineasta argentino. “Hay que tener cierta conciencia sobre esto”.

Sin embargo el joven periodista encargado de la entrevista, además de interrumpir este razonamiento, seguía elucubraciones: “¿Pero es posible, quizá, una falla eléctrica?”.
Daba igual que Piñeyro se lo hubiera dicho mil veces. No era momento para mantener esta conversación.

El experto, por cierto, insistió en una de las cosas más inteligentes que he podido oír en este día: que no entiende por qué los medios se dedican a hacer divagaciones gratuitas cuando lo suyo sería dar un informe fáctico –de hechos– y esperar a resultados, que, dice, es lo se hacía antes. No se pueden elaborar hipótesis sobre un avión que todavía no se encontró. Según Piñeyro, los resultados preliminares pueden tardar un mes, y los definitivos no estarán hasta un año.

Demasiado tiempo para que ciertos medios de comunicación puedan esperar. Es ahora cuando se puede conmocionar a la audiencia, no importa cómo, ni sobre qué haya que pasar.

* Versión acortada en el diario público El Telégrafo (Ecuador)

2 comentarios:

  1. Si bien es cierto que los periodistas hacen, o trata de hacerlo, virguerías insostenibles por lo absurdo. Sí es verdad que sigue habiendo noticia mientras no se sepa que cojones ha pasado con un vuelo. Aunque seguramente el resultado, y eso es lo triste, sea el mismo que con el caso del avión estrellado el pasado verano en Madrid. Las compañías tratan de recortar gastos y lo hacen donde más duele: en seguridad. Así que salen perjudicados los clientes que, total, se pegan una hostia, mueren y no pasa nada.
    Así que noticia, lo que es noticia hay, otra cosa es que se enfoque mal, como siempre.

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  2. La noticia de que desapareció un vuelo está ahí, cierto. Otra cosa es que los medios traten de mantenerla sin un mínimo de recato cada día, cada hora, como si de mantener un suspense se tratara.

    La noticia de la desaparición es puntual. Y ahora sigue siendo noticia que todavía no se sabe nada del vuelo. Es decir, la noticia es que no hay noticia, valga la redundancia.

    Ahora bien, es digno de analizar cómo le han sacado jugo a esto. Porque decir en las televisiones: "señores, seguimos sin tener ni idea de adónde fue a parar el avión" se les queda corto.

    Y así se ha desplegado lo que hemos podido leer y escuchar estos días.
    Bochornoso.

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