Consciente del agrio debate que comenzaba a tomar forma tanto dentro como fuera del país, la presidenta argentina Cristina Fernández decidió intervenir para mantener intacta “la vocación de libre expresión de ideas políticas en la Feria del Libro”.
“Yo recibí una llamada de la presidenta Cristina Fernández, a quien le parecía pertinente el debate, pero me invitó a que, con una nueva carta, relativizara o dejara sin efecto la primera”, explicó González. “Su propuesta me pareció adecuada, porque la discusión era enredada, una madeja muy complicada. Al considerarnos en este debate público una suerte de herejes, de blasfemos, la presidenta indicó que sería adecuado retirar esa carta y reafirmar lo que es la voluntad de todos: la libre discusión y el resguardo de la palabra pública”.
El director de la Biblioteca Nacional no se arrepiente de su primer escrito, que dio origen a toda la controversia. “Me cuento entre los lectores que desde hace tiempo valoran y aprecian a Vargas Llosa, pero cuestiono su posición política”, afirmó el sociólogo. “Sus críticas, si bien tienen cierto gracejo, trasuntan malhumor, carecen de profundidad: todos los procesos de cambio son populismo, cualquier intervención estatal es populismo. Para él, el populismo es una suerte de gracia demoníaca”.
En una carta pública dirigida al presidente de la Fundación El Libro, la institución encargada de organizar la Feria Internacional del Libro, el director de la Biblioteca Nacional consintió ayer en dar marcha atrás y en aceptar que el escritor peruano inaugure el evento el próximo 21 de abril con una charla magistral, aunque admite que en ningún caso se habría generado un problema con el premio Nobel de Literatura 2010 si éste “no fuera un sujeto operatorio de una derecha activa”.
“Si tuviéramos en cuenta la gran pregunta que realiza Vargas Llosa en Conversaciones en la Catedral, cuándo el Perú se jodió, y preguntáramos lo mismo de Argentina, cuándo la Argentina se jodió, la respuesta es: cuando comenzaron a actuar en las pasadas décadas todos los amigos actuales de Vargas Llosa”, precisa González.
“Él tiene esa complejidad”, precisa el director de la Biblioteca Nacional. “Es un individuo político y un escritor relevante. Yo no sabría decir hasta qué punto sus actuales opiniones políticas inciden en sus materia literaria. Por lo que puedo ver, muy poco, porque en sus obras es más abierto, y no dictamina sobre la vida de las personas como sí lo hace cuando habla de política”.
El mismo Vargas Llosa, ya al tanto del altercado que se había creado en Argentina por la pertinencia de su visita, definía como “absurda” la situación, según manifestó ayer su mujer, Patricia Llosa. El escritor, muy criticado en el país por su ideología conservadora, llegó a decir hace casi un año que no era posible “que Argentina, con lo que representa desde el punto de vista cultural, elija un presidente de esos niveles de incultura y de pobreza intelectual”, en referencia a la actual mandataria Cristina Fernández.
“Esto demuestra que Vargas Llosa tiene un tinte de desprecio por el debate. Nadie lo ha tratado mal”, añade el director de la Bilioteca Nacional. “Somos los primeros que lo leemos con entusiasmo, pero haría bien en aceptar, como gran monarca de las letras mundiales, un debate de este tipo”.
He aquí el aporte constructivo de toda esta polémica: que sea un argumento que el mismo Vargas Llosa trate en la disertación con la que dará comienzo la Feria del Libro. “Debe partir de él la idea de hacer un buen debate”, propone González. “Le vendría bien a él, y también a nosotros. Sería un momento civilizatorio de gran importancia para la cultura argentina”.
* Artículo aparecido el 03 de marzo de 2011 en el diario español Público.
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